¿Está muriendo el periodismo o los periódicos?

Chimbotenlinea.com (www.mexicanadecomunicacion.com.mx).- Antes como ahora lo que sigue vigente es el periodismo. No importa el formato, la aplicación tecnológica o la red digital que se elija para distribuir la información; importa que los periodistas comprendan que lo que les mantendrá vigentes es justamente hacer buen periodismo. Lo que les permitirá vivir de su trabajo será el conocimiento sobre el uso de la plataformas digitales, sobre las transformaciones en las relaciones con sus audiencias y sobre las tendencias del mercado informativo.

(Foto: mexicanadecomunicacion.com)

Sobrevivir en el modelo digital requiere la combinación de periodismo de calidad y el uso de las nuevas tecnologías e innovación periodística. En tiempos de la sociedad de la información esa es la única receta del éxito.

Los primeros en sentir los embates de las transformaciones provocadas por las nuevas tecnologías son los periodistas, quienes han pasado del recelo a la aceptación acrítica del uso de las plataformas digitales para realizar su trabajo.

El soporte físico por el cual se difunde la información debiera ser sólo un elemento más en las formas como se realiza periodismo, sin embargo es la piedra angular que sostiene a la industria periodística porque la rentabilidad de los productos periodísticos se da, justamente, con el planteamiento productivo que se crea a partir de las plataformas.

Innegablemente un periódico impreso genera más costos de producción que uno digital: desde la maquinaria para imprimir los ejemplares y el personal técnico-administrativo, hasta la plantilla periodística.

La necesidad de rentabilizar un medio impreso se torna más difícil porque gran parte de las ganancias se destinan a los gastos de producción, incluidos los salarios e insumos. Los remanentes pueden emplearse en la adquisición de equipo tecnológico que permita ahorrar costos y mejorar el trabajo. Pero poco de esos remanentes se destinan a crear unidades para desarrollar periodismo de investigación. Es decir, la mayor parte del dinero va para la compra de equipos y poco al capital humano.

La llamada crisis de los medios impresos no es otra cosa que la incapacidad de generar dividendos que permitan financiar a la planta productiva. De entrada, los medios impresos deben competir con otros medios impresos por atraer la atención de los lectores. En este punto aún no incluimos la competencia con los medios digitales.

Los medios impresos, en su mayoría, no viven de la venta de ejemplares o de la suscripción, sino de los anunciantes. Por ello es que más que ser vendidos, los medios impresos, y general cualquier medio periodístico, buscan ser leídos porque ello les garantizar una mayor influencia en la sociedad. En otras palabras: buscan tener prestigio porque el prestigio vende y los anunciantes son más susceptibles de anunciarse en los medios de mayor prestigio y circulación.

No soslayamos la tipología de los medios según la segmentación de sus públicos ­–es decir, los periódicos nacionales, locales, especializados, de nota roja, sensacionalistas–, pero nos concentramos en el modelo de la prensa general o prensa de prestigio.

Decir “prensa de prestigio” no explica mucho y resulta un término resbaladizo, pero es una etiqueta operativa que ha permitido diferenciar la llamada prensa seria –la que busca informar con la mayor objetividad– de la que sólo busca escandalizar.

Por “prensa de prestigio” nos referimos a las organizaciones periodísticas que tienen como principio deontológico manejar la información de acuerdo con estándares profesionales, que van desde el uso correcto del lenguaje hasta el empleo de técnicas periodísticas para investigar y recopilar información, con el fin de generar noticias que ayuden a los ciudadanos a construir su opinión en torno a los asuntos públicos.

Los periódicos impresos, bajo el modelo que los conocemos hasta ahora, han tenido una vida de 200 años. La industria periodística ha sido posible gracias a que la masificación de los diarios permitió generar un modelo de negocios en el que se ofrecen las noticias como mercancías susceptibles de intercambio comercial. El desarrollo de los géneros periodísticos como hoy los conocemos, constituye la forma de empaquetar la información para su consumo: es una convención de formatos definidos para los lectores.

El modelo de negocios era sencillo. A cambio de informarse, los lectores tenían que pagar el costo de la publicación o suscribirse pero, como se ha mencionado, la venta de anuncios publicitarios era y es lo que genera los mayores ingresos.

Pese a la aparición de la radio y la televisión, que en un principio se pensó acabarían con los periódicos impresos, la industria pronto se adaptó porque estos medios no implicaron una sustitución, sino una complementariedad en los consumos informativos. Lo que la audiencia escuchaba en la radio o veía en la televisión, lo profundizaba en el periódico. Esta cohabitación mediática entre prensa, radio y televisión permitió consolidar a la industria periodística porque las fronteras de los soportes físicos estaban claramente definidas.

Las organizaciones periodísticas seguían siendo los representantes generales de la información porque el modelo de comunicación de masas se fundamenta en la producción y emisión de contenidos de unos pocos a muchos.(Por Raúl López Parra)