Domingo: su vida es testimonio de valor

Chimbote en Línea (Por: fray Héctor Herrera) El profeta Elías por su fidelidad a Dios y por haber destruido a los dioses y sacerdotes de los baales, es perseguido por la reina Jezabel, quien lo odia a muerte. Recorre el mismo camino de Moisés y se esconde en la cueva esperando el paso del Señor (Ex 32,22).

Cansado como nosotros, ya no quiere vivir, por tanta persecución. Sin embargo el Señor se le manifiesta como una suave brisa; como el susurro del viento (1 Re. 19,12). También nosotros sentimos miedo frente a las dificultades de la vida. Y Jesús nos dice como a Pedro: “Ánimo, soy yo, no tengan miedo”. De este crecimiento en la fe, nos habla  el evangelio de Mt 14,22-33    

En tiempos de Domingo de Guzmán (1170-1221), la Iglesia vivía una gran crisis, como hoy sufre la incredulidad, el relativismo, los escándalos internos. Y surge un varón evangélico, Domingo, quien recoge los lamentos del Concilio IV de Letrán: “nadie partía el pan de la Palabra a los fieles”. El, intuye que la raíz de los males de su tiempo y del nuestro es que no se predica la Buena Nueva, con coherencia y testimonio de vida. Hoy el mundo necesita volver a encontrar a Jesús, no por el pan material, sino por el alimento que da vida eterna (Jn 6,26-27).

Domingo intuía que la barca (Iglesia) era sacudida por las herejías. Se necesitaba varones evangélicos, pobres, estudiosos, cercanos y compasivos, que los lleve al encuentro con Jesús. Para comunicar la experiencia de Dios, necesitaba encontrarlo en el silencio de la oración, en la enseñanza de la Palabra de Dios, en la atención y visión de la realidad de los oyentes, en la búsqueda de la verdad para tener vida. Oración, estudio, pobreza, vida en comunidad, valor y fortaleza de Dios para comunicarlo y anunciarlo como testigos de vida.

Domingo encontró a Jesús, como lo habían encontrado los discípulos, quienes lo ven andar sobre el agua. Se asustan tienen miedo, pensando que era un fantasma (v.26). Hoy sentimos miedo porque la fe es un proceso, que crece y madura en medio de las dificultades. 

Y Jesús nos responde: “Animo soy yo, no tengan miedo! (v.27).Pedro camina hacia Jesús. Y cuando siente que se hunde, le dice a Jesús ¡Sálvame! Y Jesús le dice ¡Hombre de  poca fe! ¿Por qué has dudado? (v.30-31).

También nosotros dudamos como Pedro, pero cuando confiamos en Jesús, nuestros miedos se transforman en fe, vida, valentía. Y lo descubrimos como el Dios con nosotros. Y decimos como los primeros discípulos: “Verdaderamente eres Hijo de Dios” (v.33).

Este es el Jesús vivo que vivió y comunicó Domingo, con alegría y valentía, con fe y esperanza, sabiendo que sus hijos e hijas, su familia continuaría esta misión: Predicar a Jesucristo  vivo y presente en la cultura de los pueblos. Seguro, que su familia  seguirá atenta a las olas y al movimiento por los desafíos y retos de hoy.

Y que sólo descubrirá y vivirá la experiencia de Dios en el silencio, la contemplación, la escucha y la vivencia de la Palabra que se hace vida y da frutos en la comunicación de la vida, en especial de los pobres indígenas, de mujeres que estudian, oran y leen la realidad en la búsqueda de la investigación de la verdad. Domingo construyó Iglesia con su testimonio de vida que venció el miedo de los que no creían en su misión evangelizadora. Sólo podemos hablar de Dios, si vivimos de Él y compartimos el pan de la Palabra. 

 

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