V Domingo de Cuaresma: Dignidad de la Mujer (Por: Fray Héctor Herrera o.p)

Chimbote en Línea (Evangelio Dominical).- El evangelio de Juan 8,1-11 nos presenta el caso de un doble testimonio. Los escribas y fariseos le presentan a una mujer sorprendida en adulterio. Su soberbia y prepotencia y su “bien obrar” es evidente. Ella es reo de muerte (Lev.20,20; Dt 22,22). Si Jesús la perdona va contra la Ley de Moisés y tendrán motivo de que acusarlo (v . 4-6).

(Foto Internet)

Jesús se hace el desentendido y se pone a escribir con el dedo. Es un rechazo a la doble vida, porque si era un varón el adultero su castigo no era la muerte. Y frente al ensañamiento contra la mujer, les responde: “El que no tenga pecado, tire la primera piedra” (v. 7). Un desafío para todos dispuestos siempre a criticar a otros, sin mirar nuestra propia conducta.

Hoy en día, también hay comportamientos como los letrados y fariseos, que condenan a la explotación sexual a niñas, adolescentes y jóvenes. Ni siquiera toma en cuenta a esos dedos acusadores, cómplices de la violencia y que atentan contra la dignidad de la mujer.

Todos huyen porque los acusadores se convierten en acusados: partícipes, tal vez de las situaciones injustas y denigrantes, que sólo ven a la mujer como un objeto sexual. Perciben en el silencio de Jesús, un llamado a mirarse a sí mismos, a confrontarnos con la realidad que vivimos y a buscar soluciones  por la dignidad de todos.

Han quedado frente a frente Jesús y la mujer. Ella ya no sentía miedo. La mirada del maestro era una mirada diferente, llena de amor y de compasión. Ya no era la mirada de los varones que la ven como un objeto sexual y que tienen piedras en sus manos para condenarla. No es ya el dedo acusador de la hipocresía de una sociedad machista.

En el diálogo con el Maestro, redescubre su dignidad como hija amada por Dios. Y le dice con ternura: “Ninguno te ha condenado. Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más”(Jn. 8,11).

En esta figura del adulterio, Jesús quiere recordarnos que la relación de Dios su Padre y Padre nuestro es de amor, compasión y misericordia, que nos exige fidelidad, constancia, lucha, esfuerzo por conquistar nuestra dignidad como varones y mujeres. Porque Él nos ha creado libres e iguales.

Es el pecado que crea divisiones de machismo, a veces, el mal uso de los medios de comunicación social, que atentan contra la dignidad de la persona. Depende de nosotros cristianos abrir nuevos caminos, motivados por la Palabra de Dios, para hacer posible que tanto las mujeres como los varones sean tratados con respeto.
 
Hay diversos testimonios de mujeres que van sembrando semillas de libertad, amor y respeto, porque han dado su vida como Jesús, por criar, educar y formar bien a sus hijos. No se han dejado atemorizar por las condiciones inhumanas a las que se ven sometidas, sino han sabido proclamar con valentía: ¡Jesús es el Señor. Él nos ama y respondemos a su amor con libertad y generosidad.  (Por: Fray  Héctor Herrera, o.p.)