Nacimiento del Bautista: Su nombre es Juan (Por Fray Herrera O.P.)

Chimbotenlinea.com (Por Fray Herrera O.P.).- Isabel y Zacarías, querían tener un hijo, pero Isabel era estéril, como hoy le puede suceder a una pareja. Sin embargo confían en Dios. La esterilidad es vencida por la fe. El nacimiento se convierte en júbilo y alegría que contagia a parientes y vecinos. Dios cumple su promesa. De esto nos habla hoy el evangelio de Lc. 1,57-66.80.
Lucas pone el acento en dos aspectos: 1) la misericordia de Dios a favor de su pueblo al quitarle la esterilidad a Isabel  y 2) el nombre Juan “Dios ha mostrado su favor”.

Dios ha elegido a este niño desde el vientre de su madre, para ser la luz de las naciones (Is 49,1-6). Juan estará lleno del Espíritu Santo (Lc. 1,15). Los padres que han vivido la experiencia del camino de la fe, rompen con la tradición de ponerle el nombre de su padre, según la costumbre de circundar al niño al octavo día (v.59). Zacarías escribe en una tablilla Juan es su nombre(v,63) que significa “Dios es propicio o Dios se ha apiadado”, “Dios es misericordia”

A Zacarías se le suelta la lengua para bendecir a Dios(v.64). Al oírlo se preguntan sorprendidos y admirados ¿qué va a ser de este niño?. Y canta agradecido a Dios, porque él ha visitado a su pueblo, ha sido fiel a sus promesas a lo largo de la historia de la salvación. Por eso la misión de Juan será anunciar que Dios ha de llegar para visitar y liberar a su pueblo. Y que éste proyecto se cumple en Jesús de Nazaret.

La misión de Juan Bautista se ubica en el desierto, identificado con la penitencia y la ascética, critica el poder de Herodes y todo acto injusto. Su bautismo es de conversión, de un cambio de vida y prepara a la comunidad para la venida definitiva del reino en Jesús.

¿Cómo creyentes somos signos proféticos hoy de denunciar todo proyecto contrario a la vida, a la justicia y a la verdad? ¿Tenemos gestos de misericordia y compasión? ¿Tenemos clara la presencia y generosidad de Dios en esta historia que vivimos hoy?

Fe, compasión, presencia de un Dios cercano, acogida de su amor y solidaridad hacia los que se sienten rechazados y excluidos, es lo que debe animarnos a revivir esa llamada de Dios a ser luz de las naciones y a caminar según el corazón de Dios, como lo hizo Juan el Bautista.