El Pan de Dios da vida (Por Fray Héctor Herrera O.P.)

Chimbotenlinealinea.com (Por: Fray Héctor Herrera O.P.).- María se esfuerza cada día en trabajar para ganar el pan con el sudor de su frente y alimentar a sus hijos. Salomé más allá espera que le den el alimento gratis sin hacer nada por la vida. Así les sucedía a los oyentes de Jesús, lo buscaban porque les había dado de comer.

Hay necesidades profundas de alimento, por el egoísmo de unos pocos que no quieren compartir el pan de la libertad ni del trabajo con los demás. El evangelio de Jn 6,24-35 nos presenta a Jesús interpelándonos: “Trabajen no por un alimento que se acaba, sino por un alimento que permanece para la vida eterna” (v.27).

El camino hacia Dios, es un camino de libertad que se construye con el esfuerzo de hacer realidad la obra de Dios. Es la búsqueda del pan del amor, de la reconciliación, de la justicia como signo de la paz. Por eso quiere llevar a sus oyentes a descubrirnos que él es el “enviado de Dios” (v. 29). Y creer en él es realizar la obra de Dios. Y la obra de Dios consiste en superar esta realidad de extrema pobreza, donde no haya niños desnutridos ni hambrientos. A veces queremos justificarnos como los oyentes de Jesús:

“Nuestros padres comieron el maná en el desierto” (v.31). Y Jesús nos lleva a descubrir al Dios de la vida, que no quiere la muerte de sus hijos por la hambruna. Es el Dios de la vida que nos da el pan verdadero para que el mundo tenga vida. Jesús nos invita a reconocer que él es el verdadero Pan de Vida, si superamos el miedo a ser libres, a las falsas seguridades y a los populismos de algunos que piensan en soluciones momentáneas.

El reto de Jesús es que los cristianos trabajemos por el Pan de vida que permanece hasta la vida eterna. Él es el pan de Dios que da vida al mundo (v.33). Reconocerlo como el Pan que nos da la vida es esforzarnos por vivir como creyentes, una vida nueva, hacer visible una nueva condición humana, reconocernos que somos imagen viva de Dios en justicia y santidad (Ef 4,17.20-24).

Jesús es el Pan de Vida (v.35). Él ha venido para saciar nuestra hambre de justicia, para superar la violencia asesina que ciega la vida de niños inocentes, para crear una sociedad de paz que brinde seguridad por la vida de los ciudadanos. Él es el Pan de vida que nutre nuestra fe, la fortalece, para que hagamos posible la común unión entre hermanos, para quitar la indiferencia y enseñarnos que sólo hay eucaristía donde hay fraternidad.

Nuestro alimento será realizar la obra de Dios, cuando todos los cristianos aprendamos a vivir en serio la fraternidad fundada en la justicia, la reconciliación y el respeto por los derechos más fundamentales de todos, entonces podremos sentarnos a la mesa del Señor para compartir la fe y la esperanza que somos hijos, as de un mismo Padre Dios.