El Padre Misericordioso: IV Domingo de Cuaresma

el-padre-misericordioso-iv-domingo-cuaresmaChimbote en Línea (Evangelio Dominical).- Frente a las críticas que le hacen los fariseos, que come con pecadores y que no entra en los cálculos de los piadosos, Jesús nos responde con una de las más bellas páginas del evangelio de Lc. 15, 1-3.11-32. Nos presenta su experiencia de Dios como Padre misericordioso y lleno de ternura que acepta tanto al hijo mayor(Israel)  como al menor(los paganos).

El evangelio de hoy, quiere que retornemos a vivir y buscar el amor del Padre y que salgamos del desamor. El hijo menor se marcha de la casa paterna, despilfarra todo lo que tenía. Pero tiene la valentía de reconocer sus errores(v.18) y toma conciencia del retorno a la casa de su Padre, donde es bien acogido(vv.22-24).

 Porque Dios nos da la oportunidad de volver a recuperar nuestra dignidad como personas para hacernos nuevos en nuestro corazón y en nuestras actitudes. Y nos ofrece un banquete para enseñarnos a compartir la mesa con todos, sin excluir a nadie. Porque la comida es signo de la expresión del amor universal de Dios.

Es comida que reconcilia  une y nos hace participar a todos. El hijo mayor se siente celoso, endurece su corazón porque su actitud es excluyente. Ha cumplido todo el legalismo. No ha desobedecido. Reprocha la actitud del hermano menor y no comprende la actitud del Padre. Igual nos puede suceder a nosotros cuando excluimos de la mesa a las personas sea por su condición social, pobreza, sexo, manera de pensar, credo.  Porque no vemos la gratuidad del amor de Dios.

Jesús quiere enseñarnos a madurar como personas. Porque llevamos en nuestro interior la figura del hijo mayor y menor. Y quiere que descubramos la figura y la experiencia del Padre misericordioso que quiere lo mejor para sus hijos, as para identificarnos como hermanos. Es tan urgente, hoy descubrir la experiencia de Dios amor, del que acoge, del que nos lleva a superar todas las fricciones fraternas y a sentir con una mirada nueva que ese Dios está dentro de nosotros, cuando amamos y perdonamos. Porque sólo perdona el que ama. Sólo el que siente la experiencia del amor profundo de Dios puede decir al hermano yo te amo y te perdono, porque Dios es nuestro Padre, que nunca nos abandona.

 Porque él nos enseña que tenemos que construir una historia de amor y de reconciliación: a todos nos da oportunidades para crecer, para madurar. Porque en la medida en que corrijamos nuestra vida creceremos en el amor a Dios y en el amor y respeto por nuestro prójimo.

Como nos recuerda San Pablo “El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado”(2 Cor. 5,17).  (Por: Fray Héctor Herrera, o.p.)