Ser amigos de Jesús nos convierte en discípulos y misioneros

Chimbote en Línea (Por: Fray Héctor Herrera) Reflexión del evangelio dominical. El evangelio de Luc. 19,1-10 nos muestra el amor y la misericordia que Dios nos tiene y nos presenta a Jesús quien recorre la ciudad de Jericó. Allí vivía Zaqueo, hombre rico, rechazado por sus paisanos, porque se había enriquecido ilícitamente como cobrador de impuestos al servicio del Imperio de Roma.

Como era pequeño, se sube a un árbol, porque quería ver a Jesús. Jesús lo vio y le dice: ¡Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”. Y Zaqueo bajó y lo recibió muy contento” (vv.5-6).

Jesús se hizo su amigo. Aquel hombre despreciado, como quizás algunos de nosotros, se sintió amado y acogido por primera vez.

Es el amor y la misericordia de Dios que toca el corazón y la mente de este hombre. Mientras los “puritanos” murmuraban contra Jesús. Él se hace amigo. Él nos tiende la mano, él nos salva. Ha tomado la iniciativa porque quiere que nosotros, cada uno, cambiemos en nuestra vida.

Es el amor, reflejo de la misericordia de Dios, lo que hace que Zaqueo cambie su situación injusta, en una respuesta justa. Ya no se fija más en el ídolo del dinero y del poder, sino en el amor de Jesús. Su amistad hace que cambie radicalmente su vida. No se queda perplejo en su situación pasada, sino se pone de pie. Y muy decidido, responde a esa iniciativa de amor de Jesús: “Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y a quien haya defraudado le devolveré cuatro veces más” (v.8).

¡Hermosa lección para los cristianos de hoy! Si nos hacemos amigos como Jesús, de quienes han errado su camino por el enriquecimiento ilícito a costa de los pobres, es posible que los ayudemos a cambiar, como cambió Zaqueo.

El rico Zaqueo, comprende que la riqueza está al servicio de todos. Que no puede haber una sobre ganancia, lograda a veces, por el no pago de impuestos al servicio de la salud, educación y de servicios básicos, como lo hacen algunos. Si no que la justicia de Dios, exige mirar la situación de los pobres. Por eso él se despoja de sus bienes para compartirlos con los más necesitados. Aún va mucho más allá: sabe que tiene que restablecer relaciones fraternas de justicia, devolviendo lo que ha defraudado cuatro veces más.

La conversión, el perdón que Jesús le ofrece, es obrar en la realidad de la vida. Ser amigo de Jesús lo convierte en un discípulo y misionero en su propio ambiente. Es allí donde se da la salvación de Dios, cuando hay signos claros y concretos de revertir una situación injusta por una relación de justicia.

Jesús se alegra porque ve que Zaqueo de no amado, se convierte en el amado, en el predilecto porque su corazón se ha sensibilizado con el dolor y el gemido del pobre. Porque no sólo se admira de la cercanía de Jesús, sino que su iniciativa de amor ha tenido un efecto concreto: el cambio de vida lo ha llevado a despojarse de sus bienes y a comprender el bien común de todos.

Por eso Jesús exclama: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa” (v.9). Hoy Jesús ha llegado a tu corazón para que tú cambies en tu vida personal. El quiere ser tu amigo, que te saca la máscara de tu cerrazón para abrirte a la luz de la realidad de la vida. “Porque el Hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que estaba perdido” (v.10) .(T.O. CICLO C. D. 03.11.2013 .LC. 19,1-10.)
 

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