Nuestra libertad, nuestra razón, nuestro deber

Por: Mónica Gismondi Chauca

La Constitución Política del Perú establece claramente en el capítulo de los derechos fundamentales de la persona, que todo individuo tiene derecho a las libertades de información, opinión, expresión y difusión del pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen, por cualquier medio de comunicación, sin previa autorización, ni censura, ni impedimento alguno(…)

Y en ese sentido nuestra Carta Magna es clara, podemos ejercer este derecho libremente como cualquier otro que nos asiste y nosotros al vivir en un estado democrático debemos asumirlo con la misma responsabilidad que con nuestros deberes.

Uno de los deberes de todo ciudadano peruano es saber discernir entre las libertades que nos otorga la Constitución para no caer en el libertinaje. Entender que nuestros derechos terminan donde empiezan los de los demás. Y aquí la Carta Magna no hace distingos entre autoridades públicas y/o ciudadanos comunes, como nosotros, los periodistas

La libertad a estar informado, opinar, expresarse y difundir nuestro pensamiento es un derecho y una obligación de todos los peruanos. En el caso específico de los comunicadores sociales, es más que eso, es simplemente un deber moral, es un acto de conciencia y una forma de vida, pues para eso nos hemos preparado seis años en una universidad, esperando el momento de poder salir a informar, de ser forjadores de la historia de nuestro país, de nuestra región, de nuestro puerto.

Si somos bien o mal pagados, si somos o no agremiados, eso pasa a un segundo plano,  señor presidente del gobierno regional. Tenemos dignidad, tenemos valores y definitivamente tenemos claro el concepto de la ética y la deontología, un concepto que en muchos ámbitos de nuestra sociedad es desconocido o dependiendo de la coyuntura satanizado.

 Para muchas autoridades definitivamente estos conceptos carecen de valor y es probable que minimicen la implicancia de ellos en su quehacer diario, pero que son fundamentales para establecer patrones de conducta, eso es innegable.

Deberíamos todos: periodistas, autoridades, sociedad civil y población en general, recordar cuáles son nuestras obligaciones y derechos; cuáles son nuestros deberes morales para con el vecino; cuáles son nuestros compromisos para con aquellos conciudadanos que confiaron y aún confían en nuestra propuesta, en nuestros proyectos de desarrollo, en nuestras esperanzas.

Recordemos también que muchas veces los cimientos del poder se sustentan en frágiles castillos de cristal y que no siempre estaremos en la misma posición privilegiada que hoy podemos ostentar.