Así ama Dios

Chimbote en Línea (Por: P. Giovanni Sabogal) El evangelio de San Juan, nos muestra el amor inmenso de nuestro Creador por nosotros: “¡Así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Único, para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él” (Jn 3, 16-17).

"La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo pecadores, murió por nosotros" (Rm 5, 8). Dios en su infinito amor envió al mundo, a su amado hijo Jesucristo, para salvarnos y se entregó por nosotros en una Cruz, como expresión de su amor por toda la creación y la humanidad. Cristo entregó su vida para nuestra salvación.

La Iglesia Católica, siguiendo a los Apóstoles (cf. 2 Co 5, 15; 1 Jn 2, 2), enseña que Cristo ha muerto por todos los hombres sin excepción: "no hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo" (Concilio de Quiercy, año 853: DS, 624).

Cristo libremente entregó su vida, su sacrificio, su dolor, su pasión y su muerte en una cruz por nosotros, para el perdón de nuestros pecados, para reconciliarnos con Dios Padre. Por ello, el ser humano debe expresar su gratitud a Dios a través de una vida coherente, humilde, penitente y amorosa para con Dios y toda la humanidad.

“Dios nos ha creado con su inmensa sabiduría y amor” (Catecismo de la Iglesia N° 295) y nosotros debemos amar como él nos ama. Nuestra cercanía con Dios debe ser por amor, como él nos ha amado y nos amará siempre… no por la fuerza, ni por obligación sino por amor y así conseguiremos la salvación.

Las Sagradas Escrituras nos expresan que “Dios es amor” (1 Jn 4, 16) y nosotros somos sus hijos e hijas, desde nuestro bautismo. Por lo tanto, estamos llamados a amar. Los diez mandamientos se resumen también en el amor: amar a Dios y amar al prójimo…

Santa Catalina de Siena nos dice: "Todo procede del amor, todo está ordenado a la salvación del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin" (Dialoghi, 4, 138). De igual manera, nuestro proceder debe ser con este fin, de amar como Dios nos ama, no por la fuerza sino por amor.

Que el Dios de la vida y de la Resurrección les siga bendiciendo y acompañando siempre. 

(Publicado en Mar Adentro, abril 2015)

 

 

Comentarios

Comentar