Las influencias sociales en las familias

Chimbote en Línea (Por: P. Fernando Asín Castellón)  Este año, con motivo del Sínodo sobre la Familia, debemos reflexionar sobre nuestras familias, cómo se constituyen, qué problemas presentan, qué podamos aportar desde nuestra fe cristiana para mejorar nuestra convivencia familiar.

El matrimonio (y la familia) es una institución anterior al Estado y a la Iglesia.  Fue creada por Dios como narra el Génesis. Y el Estado (y la sociedad) y la Iglesia deben estar a su servicio.

Las familias se constituyen dentro de la sociedad y son sus células básicas (también de la Iglesia). Y se forman dentro de cada contexto social y cultural.

¿Cuál es nuestro contexto social en el Perú? ¿Qué influencias ejerce en las familias?

En primer lugar, hay que ver la economía: casi el 70% del trabajo es informal. Esto tiene como consecuencia una inestabilidad económica que agudiza la situación familiar. Todos  deben aportar y no siempre es posible. Muchos problemas conyugales tienen como base la falta de un salario digno y estable. Se vive al día.

Veamos también la salud. El porcentaje de familias con seguro de salud es bajísimo. Cuando llega la enfermedad en el seno de una familia, hay que endeudarse. Los medicamentos son muy caros. Los porcentajes del presupuesto nacional en salud están a mitad de lo que debería ser (algo más del 4% del PBI).

Igual en educación (el presupuesto está en 4% cuando debería ser al menos el 6%). Las familias se endeudan con los gastos en educación de sus hijos, sobre todo, en las universidades.

Finalmente, la vivienda, que es el indicador de un hogar. Un 50% de viviendas son de materiales precarios. No hay una planificación urbana ordenada, ni una política social que apoye a las familias que se van constituyendo. La urbanización va a cuenta de gotas. Y es un derecho de los ciudadanos tener ciudades habitables, dignas, con parques, pistas, veredas, etc.

Las familias aportan buenos ciudadanos y buenos cristianos, cuando son comunidades de amor y disfrutan de unas condiciones de vida dignas. Pero hay otros factores  negativos que dificultan estas condiciones: machismo, violencia sexual y sicológica, alcoholismo (un millón y medio de enfermos alcohólicos), pornografía, etc. Tampoco ayudan los medios de comunicación social: hasta 4 horas diarias de consumo de telenovelas; nuestros niños ven como sus programas favoritos “Al fondo hay sitio” y “Combate”, cuyos contenidos no son nada formativos. Una educación deficiente hace que se lea sólo un libro al año, como promedio.

Las familias no deben convertirse en grupos de seguridad, como una especie de clan para poder defenderse de las agresiones sociales. Tenemos derecho a que el Estado y la sociedad cuiden, protejan, promocionen y estimulen a las familias como lugares claves de humanización y socialización y ofrezcan condiciones dignas de seres humanos. Y la Iglesia, nosotros, debemos defender a las familias. ¡La Iglesia es también como una gran familia!

(Publicado en Mar Adentro, febrero 2015)

 

 

 

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