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"No hay que olvidar que no hay gloria sin cruz"

Chimbote en Línea.- (Por: P. Giovanni Sabogal) “¡Así amó Dios al mundo!, le dio al Hijo Único” (Jn 3,16). Son momentos difíciles que estamos viviendo por los embates de la naturaleza. Muchos hermanos nuestros, y de los países vecinos, sufren por los fenómenos naturales; lo han perdido todo, han perdido su esfuerzo de años, su sacrificio, sus sueños, incluso sus seres queridos.

Tengan siempre presente que Dios está con ustedes, jamás están solos, jamás deja su alianza, a su pueblo, jamás da la espalda al ser humano, porque somos hechura de sus manos, somos sus hijos.

Dios nos ama tanto, como lo ha expresado el evangelio de San Juan, que ha entregado a su único hijo: "así también tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, y todo el que crea en él tendrá por él vida eterna. ¡Así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Único, para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió al Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él" (Jn 3, 14-18).

Queridos hermanos, Jesús sufrió mucho por nuestra salvación y fue levantado en lo alto, lo dio todo, se entregó totalmente por nosotros y por toda la Creación. Venció las adversidades, la indiferencia, la injusticia, nuestras miserias, llevó la Cruz con fortaleza, con optimismo y con amor. Lo dejaron sólo, y a pesar de ello, cargó la cruz y siguió adelante para concedernos la Salvación.

No hay que olvidar que no hay gloria sin cruz, no hay cielo sin sacrificio, no hay vida eterna sin pasión. No es posible el paraíso celestial sino somos revestidos de santidad, de esfuerzo, de sacrificio, de vencer los obstáculos, las dificultades.

Jesús nos ha demostrado todo su amor, que a pesar de las adversidades, debemos seguir adelante, no debemos abandonarnos. Debemos levantarnos, caminar y ponernos en los brazos de Dios, como lo hizo Jesús en su caminar de redención, seguir adelante como buenos hijos del Creador. Es necesario pasar momentos difíciles para reafirmar nuestra fe, nuestro compromiso y amor con Dios.

Sigamos orando por nuestros hermanos damnificados, que les ha tocado vivir la pasión de Cristo, vivir el sacrificio… No hay que olvidar que debemos ser solidarios siempre con ellos, misericordiosos como Jesús. No es posible comer, beber y dormir cuando hay tantas personas que no tienen como subsistir, tantos Cristos sufrientes; tengamos el mismo sentir y corazón de Dios para ser compasivos y solidarios con nuestro prójimo.

Seamos testigos de la Resurrección venciendo los problemas, haciendo bien las cosas y obras. Demostremos nuestra fe con hechos, actitudes, con palabras y gestos. Es importante recordar: cuánto más es la prueba más grande debe ser nuestra fortaleza para seguir adelante… Más aún si estamos y somos de Dios.

Acompañemos, celebremos y vivamos el misterio de Salvación, vivamos la Semana Santa con Jesús. Demostremos nuestra fe y nuestra firmeza en la Resurrección de Cristo siendo testigos de su resurrección. ¡Felices fiestas de Resurrección! (Publicado en Mar Adentro, abril 2017)