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Bienaventurados los mansos: Miguel, Zbigniew y Sandro

Chimbote en Línea.- (Por: P. Matías Siebenaller) “Cristo es el verdadero protagonista de las bienaventuranzas: No es solo el que las ha enseñado o enunciado, sino que es, sobre todo el que las ha realizado del modo más perfecto y con toda su vida” (Juan Pablo II en su discurso a los jóvenes del Perú en 1985).  El seguimiento de Jesús y la acogida del reino se verifican en la confesión y práctica de las bienaventuranzas.

Entonces, “los ojos fijos en Jesús” (Hb 12,2), recordando la vida y la muerte de nuestros mártires y obrando nuestra propia conversión, meditemos la segunda bienaventuranza en Mt 5,4.

II. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra

1.  Jesús, manso y humilde de corazón

El enunciado de la segunda bienaventuranza se encuentra casi literalmente en el versículo 11  del Salmo 37 en el cual se confronta la situación de los impíos con la de los pobres y humildes. El salmo es una llamada a los humildes a confiar en que la justicia de Dios prevalecerá sobre la maldad y la violencia de los impíos y al mismo tiempo una exhortación a no responder con las mismas actitudes de violencia, de cólera, enojo e ira a los que les oprimen.  -Para la profundización de la segunda bienaventuranza nos conviene hacer nuestra la oración del Salmo 37 y tener presente que también era oración de Jesús.

Jesús vivía en un país y en una sociedad marcados por la violencia.  Él sabía que era peligroso bajar solo de Jerusalén a Jericó. Sus ojos de niño y joven veían horrorizados las muchas crucifixiones que ordenaba la justicia romana.  Sabía que entre los suyos rige la ley: “ojo por ojo y diente por diente”.  Jesús aconsejaba a sus discípulos a romper con la espiral de la violencia, a no devolver mal por mal, a amar al enemigo, a perdonar, a no juzgar, ni condenar.

Cierto día, Jesús da gracias al Padre por revelar los misterios del reino a los pequeños y humildes y ofrece alivio y descanso a los agobiados y sobre-cargados de las leyes de este mundo (cf.Mt 11,25-30).  “Tomen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón y hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.  La mansedumbre de Jesús brota de su comunión con el Padre: “Todo me ha sido entregado por mi Padre”.

Cuando ya los fariseos confabulan contra Jesús para eliminarlo, Mateo aplica a Jesús el estilo del Siervo de Yahvé en Isaías: “He aquí mi siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi Espíritu sobre Él, y anunciará el juicio a las naciones. No disputará ni gritará, ni oirá nadie en las plazas su voz. La caña cascada no la quebrará ni apagará la mecha humeante, hasta que lleve a la victoria el juicio: en su nombre pondrán las naciones su esperanza” (cf. Mt 12,14-21).

La entrada “triunfal” de Jesús a Jerusalén evoca de una manera impactante la venida del Mesías como Rey-Siervo (cf.Za 9,9-10).  Cayendo en manos de quienes lo arrestan, maltratan, condenan y crucifican, guarda la iniciativa y la serenidad.  Hace prevalecer la mansedumbre y opta con todo su ser por la no violencia.

De una manera significativa el Evangelio de Mateo en su epílogo subraya que Jesús, denunciador de la violencia y actor de la no violencia, como resucitado posee en herencia la tierra: “Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18).

2.  Nuestros mártires en medio de la gente humilde de Santa y Pariacoto

Ya once años Sandro venía caminando con las comunidades de gente humilde del valle de Santa.  A ese europeo disciplinado, decidido y ejecutivo le costó entrar en el modo de ser y el ritmo de la gente de Santa, había que aprender paciencia, humildad y mansedumbre; recibir antes de dar; percibir buenas nuevas antes de anunciar la Buena Nueva.
Miguel y Zbigniew en Pariacoto vibraban con esa vida dura, sencilla y alegre que se cultivaba en las muchas comunidades de la parroquia.  ¿Cómo entrar en ellas, ser y anunciar la Buena Nueva?  Había que reconocer la propia debilidad, revisar la teología aprendida, olvidar y aprender de quienes en estas tierras, por siglos, sabían vivir y morir.

Los misioneros Sandro, Miguel y Zbigniew se encontraban en medio de poblaciones campesinas, gente humilde que vive una relación determinante con el “humus”: las durezas y las bondades de la tierra se reflejan en el alma del campesino.  La mansedumbre y la humildad del cosmos se palpan en el corazón del que barbecha la tierra, la abona, siembra en ella, distingue en ella entre mala hierba y buena hierba, y todos los días vive pendiente de lo sembrado hasta el día de la cosecha.

La historia de las comunidades de Santa y Pariacoto es también una larga historia de sobrevivencia en estructuras políticas y sociales de pecado que han “ensuciado” (cf. José María Arguedas) el alma de los campesinos.  Nuestros misioneros eran enviados a rescatar la vocación “comunera” de los pueblos, a sanar, perdonar y unir.
Aparecida, hablando de la opción preferencial por los pobres, parece sugerir una pastoral de la ternura y mansedumbre: “Solo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe.  La opción por los pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres” (DA 398).

Según testimonios, en el corto tiempo que toma la brutal detención de nuestros mártires, en sus últimos gestos y palabras, en su actitud indefensa frente a la violencia asesina, resuenan las palabras de Jesús: “Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente” (Jn 10, 17-18).

3.  Algunas preguntas para encaminar nuestra conversión.

¿Cómo reacciono yo en situaciones de conflicto y discrepancia con otros? -  ¿La segunda bienaventuranza influye en mi manera de ser y de actuar?

Frente a tantos hechos de violencia en el país se pide más policías en las calles, más y mejoras cárceles, leyes más drásticas, castigos más contundentes, la pena de muerte…¿Por allí va la solución?

¿Qué opinas de la invocación de Dios para justificar la violencia?

Existen de hecho muchas situaciones de injusticia, de corrupción, de crimen y robo organizados, de violación del medio ambiente: ¿Cuáles podrían ser formas de lucha no violenta frente a estos abusos?

Compartamos nuestros conocimientos sobre profetas de la no violencia como Mahatma Gandhi, Maximiliano Kolbe, Etty Hillesum, Martin Luther King, Teresa de Calcuta, Oscar Romero, Miguel Tomaszek, Zbigniew Strzalkowski y Sandro Dordi.

¿Quiénes eran, son y serán los poseedores de la tierra?

Victor Frankl, recordando el comportamiento de los internos de Auschwitz en medio de violencias de toda índole, apunta: “Nuestra generación es muy realista pues, después de todo, hemos llegado a conocer al hombre en estado puro: el hombre es ese ser capaz de inventar las cámaras de gas en Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas mismas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shemá Israel en los labios”.

Publicado en Mar Adentro, julio 2015. Periódico de la Diócesis de Chimbote.