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La mujer tiene un rol más activo en la Iglesia y en la sociedad

Chimbote en Línea (Por: Fray Héctor Herrera)  “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos. Cada persona es merecedora de todos los derechos y libertades sin distinción de raza o sexo” (Derechos de la Mujer). La mujer tiene un rol más activo en la Iglesia, en la sociedad.  Es importante recordar que como mama cuida y protege a sus hijos junto al esposo, quienes deben ser modelos de libertad, responsabilidad, cultivo de valores y de contribución a la creación de una sociedad más participativa, democrática, justa y tolerante.

El Papa Francisco, al recordar los 25 años de la Carta Apostólica de Juan Pablo II sobre la Dignidad y vocación de la mujer,  en el seminario promovido por el Pontificio Consejo de Laicos, ha expresado palabras tan humanas y sensibles que tocan no solo a la Iglesia, sino las fibras de toda sociedad humana: “Yo sufro, y lo digo de verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas organizaciones eclesiales que el rol de servicio de la mujer” se desliza “hacia un rol de servidumbre. Su presencia en la Iglesia tiene que ser valorizada mayormente, evitando en particular de transformar su 'rol de servicio' en una tarea 'servil'”.

Mi primera experiencia de ese valor de la mujer en la Iglesia, fue vivir la experiencia de la Hna. Mary en Moho (Puno), ella se encargaba con su comunidad de Hermanas de San José de la  pastoral de una Parroquia, sin sacerdote. Evangelizaba, bautizaba y celebraba los matrimonios, además de organizar a las mujeres en los comedores y en los talleres de alfabetización. Había una apertura de la Iglesia del Sur Andino, aplicando el Concilio Vaticano II. Y hoy el Papa Francisco trata de avanzar en esa línea que marco el Concilio.

La experiencia misma de Jesús lo acompañaban mujeres que le ayudaban en su tarea evangelizadora (Lc. 8,2-3).  Si vemos en nuestras parroquias, la gran mayoría que desempeñan el  rol en la evangelización, en la cárcel, en los clubes de madres, en obras comunales son mujeres que van despertando un sentido de solidaridad y de amor por su pueblo. 

Pero aún falta mucho por hacer, donde los varones y mujeres vayan concientizándose mutuamente, para eliminar los prejuicios de exclusión, violencia física, sicológica y verbal en contra de la mujer, tanto a nivel familiar, medios de comunicación, Iglesia, sociedad civil, política y religiosa.

Jesús supo acoger, valorar y rescatar el rol de la mujer en la sociedad. No se quedó callado cuando era ultrajada, condenada o tenida a menos por la sociedad hipócrita de su tiempo, y nos sigue interrogando hoy como creyentes para hablarnos que el amor supera las barreras para descubrir el rostro de Dios como Padre y Madre, varón y mujer, obra de Dios.

Vivos ejemplos de amor, sacrificio, lucha y entrega nos dan las mujeres. Como la niña Tatiana, que vendió su cabellera. Y que sacudió al país: “Lo hice por amor a mi mama Alicia, quiero que se sane”. Y la recordada Madre Coraje: María Elena Moyano,  quien luchó contra el terror, la pobreza y la defensa de los derechos humanos.