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La Biblia como texto subversivo

Chimbote en Línea (Por: Hno. Hugo Cáceres Guinet*) Al escribir estas líneas han tenido lugar en Lima y otras ciudades del país dos concurridas marchas que han expresado el rechazo de los jóvenes a la repartija de poderes que ha ocurrido en el Congreso.  Miles de jóvenes se han lanzado a las calles para indignarse por el modo cómo se ejerce el control político y se encubre a los poderosos que manejan los hilos de poder.

Esto me recuerda que cuando leemos la Biblia no debemos pensar en un texto celestial que viene a consolarnos y a transmitirnos que todo está bien y debemos sencillamente obedecer al orden social.

Urgentemente hay que recordar que la Biblia nunca legitima a los que están en el poder y controlan el mundo desde la cima de la jerarquía. Más bien la Biblia legitima a la gente que se encuentra en la base de la sociedad y que carece de poder: Abraham, Moisés, Jeremías, Job, Juan Bautista o Jesús eran gente sin poder económico, social ni religioso, solamente el poder de su fe y convicciones.

Cuando perdemos de vista que estos hombres estaban ubicados en las márgenes de la sociedad y nunca se hubieran sentado en un Congreso (“Los reyes de las naciones las domina, y los que ejercen el poder se hacen llamar bienhechores” Lc 22,25) perdemos de vista el mensaje Bíblico que hace hincapié en el poder verdadero de los que no tienen poder.

Como el de los miles de jóvenes que intentan derrumbar los acuerdos canallas de los congresistas que han llenado de vergüenza el mes de la patria.

Al leer la Biblia, debemos dejarnos fascinar por el subversivo interés de Dios por el hijo rechazado, por el hijo menor, por la mujer estéril, por el extranjero  sin derechos que finalmente resultan elegidos, preferidos y agraciados.

Ese es el modelo que la Biblia quiere que gravemos en nuestro corazón y que habitualmente preferimos resistir. La Palabra de Dios espera que su lectura provoque un rechazo a la exclusión de “los más pequeños de nuestros hermanos”  porque es precisamente en ellos en quienes Jesús quiere ser encontrado (Mt 25,40).

Entre los excluidos de poder, mujeres, aborígenes, pobres, encarcelados está activo el poder de Dios que “derriba del trono a los poderosos y exalta a los humildes” (Lc 1,52).

La Palabra de Dios no es solo lámpara para iluminar nuestros pasos (Sal 119,105) también es combustible para que los que no tienen poder puedan derrumbar a las autoridades injustas, “más cortante  que una espada de dos filos” (Heb 4,12).

Ojalá que la lectura de la Biblia nos ayude a recuperar la dignidad de las fiestas patrias enlodadas y a luchar contra todo lo ignominia. (Publicado en Mar Adentro, agosto 2013)

(*) Miembro de la Congregación de Hermanos Cristianos - Colegio Mundo Mejor, Chimbote