Plan Lector: Cuestiones previas

(Por: Ricardo Ayllón) Tres semanas después de dejarle dos libros de mi autoría en la posibilidad de que le sirvan para trabajar con el Plan Lector, la docente de Comunicación de una institución educativa de Cajamarca, se disculpó conmigo: “Señor Ayllón, le voy a decir la verdad, no he leído sus libros porque me gusta poco la lectura.
En realidad yo siempre quise ser docente de Matemáticas y Ciencias; mientras estudiaba Educación en la Universidad, y a pesar que había elegido la especialidad de Comunicación, prefería asistir a los cursos de ciencias y números para aprender fórmulas matemáticas…”.

En ese momento recordé la biografía de uno de los científicos más grandes de la historia, y le comenté: “Profesora, usted me ha hecho recordar a Albert Einstein. Cuentan que en su niñez, Einstein no tuvo la posibilidad de ir al colegio, pero siempre que podía se metía en una escuelita cercana a su casa y aprovechaba las clases de Matemáticas tan solo mirando por las ventanas de las aulas. Y mire usted que con los años llegó a ser nada menos que autor de la Teoría de la Relatividad, el descubridor de la fórmula de la Energía y reconocido con el Premio Nobel de Física…”.

Antes que terminara de hablar, la profesora me interrumpió, intrigada, y preguntó sin el menor empacho: “…¿Ah sí?, ¿y ese señor ahora a qué se dedica?”.

En ese momento saqué varias conclusiones.
 

La primera, que una profesora que acababa de confesarme que le gustaban más los números que las letras, lo único que hacía con su carrera era perder el tiempo; la segunda, que pese a su afición a las ciencias, no tenía la menor idea de quién era Albert Einstein; y la tercera, que si una docente con esos antecedentes estaba a cargo del Plan Lector, éste había caído en malas manos y corría el peligro de fracasar en su institución educativa.

Quiero que esta historia, que es absolutamente real, sirva de preámbulo para brindar unas pautas de lo que debe ser el Plan Lector en los colegios de nuestro país.

Al contrario de lo que muchos docentes piensan, éste no se remite a unas cuantas fórmulas metodológicas y a actividades que los docentes encargados deben desarrollar con los estudiantes luego de la lectura de los textos; sino que el trabajo empieza mucho antes.

De lo primero que debe asegurarse un director a la hora de designar al profesor que se encargará de llevar a cabo el Plan Lector en su institución educativa, es que éste REALMENTE LEA. Así, con mayúsculas para que se entienda.

El responsable del Plan Lector en toda institución educativa debe tener –mínimamente– antecedentes de ser un entendido en obras literarias y un visible conocedor de la literatura universal, nacional y regional; en suma, un verdadero amante de los libros, así esto produzca recelo en el resto de docentes.

Y lo digo porque muchas veces, en un afán de brindarle un sesgo democrático a cualquier proyecto educacional, caemos en el error de darle barbas a quien no tiene quijada, es decir designar (en el afán de que todos trabajen por igual) una labor específica a la persona menos idónea (como la profesora de nuestra historia).

Solo un docente que verdaderamente lee (y no solo que conoce muy bien los ejercicios de comprensión de lectura) sabrá inculcar, contagiar y lograr que prenda en el corazón de los estudiantes el amor verdadero por la lectura, el cual es, después de todo, el fin supremo del Plan Lector.

Siempre me he preguntado por qué en las instituciones educativas se organizan concursos de lectura, de creación de cuentos o poemas dirigidos únicamente a los alumnos.

Tiene que llegar el día en que éstos se desarrollen ya no para para conocer el nivel de sensibilidad y conocimiento de los alumnos, sino de los propios docentes. Hacer un concurso interno para profesores (que debiera realizarse empezando el año lectivo) será la mejor forma de que la dirección de un colegio conozca realmente el nivel cultural de los profesores que ha contratado y no se contente con el mero contenido de sus currículums vitae, los cuales, por lo general, no miden absolutamente nada y casi siempre son alterados por el docente según los requisitos exigidos por el colegio.

Otra manera de evaluar y mejorar el grado cultural y lectoral de alumnos y docentes, es organizando al interior de la institución, talleres de redacción y creación literaria.

Para ello se cuenta con los escritores de la localidad: no existe mejor capacitación del espíritu y el intelecto que el contacto directo con la sensibilidad y el conocimiento de un escritor. Su trayectoria y dúctil manejo de nuestro idioma será sin duda la mejor preparación previa al inicio del año escolar.

Y por supuesto, tener siempre como aliado a un artista de la palabra para mejorar el trabajo con el Plan Lector, pues, quién sino el productor de los textos literarios para que asesore en el desarrollo de sus contenidos, valores y propósitos estéticos.

El Plan Lector, como cualquier actividad al interior de un colegio, merece y necesita de aliados y refuerzos extracurriculares, y es ampliando el alcance de sus principios y objetivos, como se logrará saber cuáles son éstos.