Periodismo y poder

(Por: Germán Torres Cobián) Tal parece que César Álvarez   está perdiendo los papeles ante el cúmulo de informaciones que denuncian incapacidad y graves sospechas de corrupción  en la gestión del Gobierno Regional de Áncash (GRA) que preside.

Olvidando que no todos los ciudadanos y periodistas le pueden ser genuflexos,  ha dado rienda suelta a su desbocada retórica injuriando y difamando  a los sacerdotes católicos y a los periodistas de Radio Santo Domingo (RSD) con términos que son impropios de su investidura.

marcha camarasÁlvarez,  con esta clase de exabruptos, intenta desautorizar inútilmente las noticias y  opiniones  de los  periodistas que día a día descubren con gran asombro, cómo gran parte del patrimonio  del canon  minero se está dilapidando en obras mal ejecutadas, en estudios infructuosos, en asistencialismo  improductivo, en obras sobrevaloradas, en los cuantiosos sueldos de funcionarios ineptos y en una red de corrupción montada en su entorno que día a día le está restando credibilidad y apoyo popular.

Con sus continuos y desmedidos ataques a los periodistas de RSD, Álvarez está demostrando que desconoce el verdadero papel del periodismo.

Ignora que un periodista que se precie de serlo, debe contribuir a que el funcionamiento de las instituciones públicas se cumpla  con eficacia, transparencia y honradez; que la información diaria, el periodismo de investigación y el  de opinión son los métodos más eficaces para sacar a la luz los errores, las culpas, los engaños, las insuficiencias y los delitos de quienes detentan el poder o de quienes le rodean.

El médico, escritor y humanista don Pedro Laín Entralgo, que fue rector de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Real Academia Española de la Lengua, decía a sus discípulos que “sólo los imbéciles, los mediocres y los tiranos intentan limitar el derecho de información, opinión y crítica, porque ello conlleva el conformismo, la frustración, el estancamiento y el envilecimiento de sociedades y naciones”.

Pero, así como hay periodistas competentes  y honestos que enaltecen su quehacer, como los jóvenes de Radio Santo Domingo,  también los hay ineptos y corruptos que hacen un periodismo, parcializado y  complaciente.

La ocupación de éstos  consiste en   omitir en sus  comentarios los distintos actos abusivos o delictivos que  ejecutan quienes por cualquier circunstancia detentan y ejercen el poder. No es rara la vinculación militante, amigable  o laboral de muchos periodistas con ciertos partidos políticos, instituciones  públicas o privadas donde es sujeto de coimas y  prebendas.  Y aquí viene el problema porque  desde el mismo momento en que un reportero  es sujeto de alguna relación con los dueños del poder, su actitud hacia ellos necesariamente se va a distorsionar: porque, ¿cómo puede un  periodista criticar las tropelías y arbitrariedades que se cometen en determinada institución pública  si de alguna manera él, o alguien de su entorno familiar  forma parte de ella?

peridistas cubriendo 1El periodista que silencia el nepotismo, el tráfico de influencias, el soborno, el peculado, la colusión, etc., contribuye a esquilmar el dinero de los contribuyentes perjudicando a miles de personas, fundamentalmente a los más desvalidos del tejido social. En el fondo, estos individuos se dan cuenta de que sus prácticas hacen estragos en la sociedad, sin embargo, les tiene sin cuidado el daño que hacen. Su  visión egoísta de las cosas se antepone al interés social.

Se dice que la historia la hacen generalmente  los  poderosos pero  que la sufren los pueblos. Los periodistas  contemplan los hechos y las describen. Los periodistas están entre el poder y la historia.Y necesariamente han de saber cómo funciona el poder y desconfiar de quienes la detentan y la usan para sí mismos y sus allegados.

La tarea del periodista es ver cómo se desempeña un hombre que detenta todos los poderes, con la condición de que no se deje fascinar  por  él  y no caiga en la indulgencia, la simpatía, el interés y en la corrupción del poderoso.

“El fundamento del periodista es buscar la verdad y contarla a todos; el  abuso de  los poderosos contra las mayorías debe ser denunciado inmediatamente”, dice Jean Daniel, fundador y director del diario parisino  Le Noveul Observateur. Por  eso, se supone que el periodista debe ser poseedor  de  una gran solidaridad y ética social.

No hay  fama o éxito que se pueda comprar si no hay compro­miso con la gente que sufre. Si el periodista es un ser condescendiente con los poderosos que prescin­de del sufrimiento de los demás, es simplemente un asalariado, parte de una maquinaria  inhumana y corrupta. Es, para decirlo  en cristiano: un miserable.

Vaya pues,  mi solidaridad y reconocimiento hacia  los directivos y reporteros de RSD que muchas veces son difamados,  injuriados,  calumniados o agredidos  por conseguir la noticia y divulgarla. Porque, en el fondo, ¿qué  es el periodismo? Es tratar  de saber  algo para comunicárselo a otros; o contar lo que uno sabe  a otro que lo desconoce, incluso con riesgo de  la vida, como  aquel soldado de la batalla de Maratón que llevó  a los atenienses la  buena nueva de la victoria de los griegos sobre los persas y cayó muerto.

Y si  gracias a las noticias,  los dictadores,  los  autoritarios, los incompetentes y  los corruptos  son arrojados del poder por la presión del pueblo informado,  entonces se puede decir con Albert Camus,  periodista, intelectual y premio Nobel de Literatura: “Vale la pena luchar por una profesión como esta”.