“Me acuerdo…” o una invitación a la memoria navideña (a la manera de Georges Pèrec)

(Por: Ricardo Ayllón - El Ornitorrinco) - Me acuerdo que cuando mamá armaba el Nacimiento de la casa, siempre le faltaban animalitos, y San José, la Virgen María y los Reyes Magos me parecían cada año más viejitos.

nacimiento- Me acuerdo que la cena navideña era con pavo criado en el corral de la casa, aquel pavo grandote y orgulloso que matábamos a traición embriagándolo con pisco.

- Me acuerdo que papá compraba el panetón en cajas de media docena, y que solo había dos marcas: “Motta” y “D’onofrio”.

- Me acuerdo que con mi hermano integrábamos el coro infantil de la parroquia de Laderas del Norte, íbamos a cantar villancicos a los hospitales de Chimbote, y siempre empezábamos con “Somos los niños cantores, que vamos a pregonar…”.

- Me acuerdo que el único gran almacén en Chimbote era el Súper Mercado Cooperativo, en la avenida Gálvez, y que era allí donde mi padre canjeaba nuestros regalos por vales que recibía de Siderperú.

- Me acuerdo que la noche del 24 salíamos en patota con la mancha del barrio para aventar cohetecillos encendidos en los patios de las casas de Los Pinos.

- Me acuerdo que escuchaba a cada rato “Ven a mi casa esta Navidad” entonado por el grupo Parchís y, años después, cuando se lo escuché al argentino Luis Aguilé, pensé que era un copión.

- Me acuerdo del inmenso camión de plástico marca Basa que un año me regaló mi padrino, y que destrocé sin el menor remordimiento el mismo 25 de diciembre.

- Me acuerdo de “Me he comprado una zambomba, un pandero y un tambor…”.

- Me acuerdo del Chepenano y su insoportable “¡¡Tuqui, tuqui, tuqui, tuqui… Tuqui, tuqui, tuquitaaaá…!!”.

- Me acuerdo que el chocolate para taza tenía que ser marca “Mayascon” o “Cusco”, no había otro.

- Me acuerdo que con mis vecinos, una noche, encendimos una avellana, pero segundos antes de que esta levantara vuelo, se cayó y fue a reventar debajo de un automóvil estacionado frente a mi casa. No explosionó de milagro.

- Me acuerdo que me gustó descubrir en la disquera personal de mi tío Beto Cabrejos el disco “Asalto navideño” de Héctor Lavoe y Willie Colón. Desde entonces entendí que la Navidad tenía también sabor y sandunga.

- Me acuerdo que la marca de champagne para la cena navideña siempre era “La Fourie”, y que en casa solo lo tomaba mi papá porque a nadie le gustaba.

-  Me acuerdo que la única vez que fui a la Misa del Gallo (y supe de su existencia), fue el año en que conformé el coro de la iglesia.

- Me acuerdo que si en el barrio veíamos a alguien encendiendo lucecitas de bengala, lo abollábamos por mongo.

- Me acuerdo que cuando le escuché su conocido tema navideño a José Feliciano, me decepcionó. Él era para cantar boleros y no otros ritmos.

- Me acuerdo todavía del aroma de la yerba de romero que mi mamá le ponía al pavo. Mamá no lo horneaba entero, sino en presas, y cuando lo sacaba del horno me gustaba robar las hojitas de romero y aspirarlas hasta la hora en que servía la cena.

- Me acuerdo de “Rueda rueda por la montaña, blanca luz del sol…”.

- Me acuerdo que el perímetro del Mercado Modelo se volvía intransitable con tantos vendedores ambulantes que aparecían no sé de dónde.

- Me acuerdo que mis tíos nos llevaban el mismo 24 a mi hermano y a mí a comprar nuestros cohetones, cohetecillos y avellanas, advirtiéndonos severamente que debían durarnos hasta el Año Nuevo.

- Me acuerdo de las enormes colas que daban la vuelta a la manzana para recibir juguetes en el local del Partido Aprista.

- Me acuerdo que las luces navideñas eran multicolores como ahora, pero sin sonido.

- Me acuerdo que un año pusimos en la sala un arbolito de Navidad de pino verdadero (traído del Vivero Forestal), pero a los cinco días se marchitó todito.

- Me acuerdo que mamá armaba el Nacimiento solo unos días antes de la Noche Buena (no como ahora que lo hacen desde que empieza diciembre), y mantenía al Niño Dios cubierto con una mantita hasta que ‘nacía’ (lo destapaba) el 24 a las 12 en puntito.

- Me acuerdo que me gustaba más el pavo calentado al día siguiente, el 25 de diciembre por la mañana, con el desayuno.

- Me acuerdo que nunca creí en Papá Noel, y que una vez llegó a vivir a nuestro barrio un niño limeño convencido de que en Navidad lo que se celebraba era el cumpleaños del gordo pascuero.

- Me acuerdo que los adornos y guirnaldas de Navidad los comprábamos en la Librería “La Estrella”, de la tercera cuadra de Manuel Ruiz, cerca del Hueco en la Pared.

- Me acuerdo que algunas tarjetas navideñas nos llegaban vía Correos del Perú.

- Me acuerdo que todos los años bebían los peces en el río, y que esa sopa que le dieron al Niño nunca se la iba a tomar, era lógico, no ven que era dulce.

- Me acuerdo que una de mis hermanas se emborrachó una Navidad tomándose las sobras de las copas de champagne.

- Me acuerdo que mi papá no solo nos deseaba Feliz Navidad, sino que con el abrazo de las 12 entregaba el paquete completo (por si acaso): “Feliz Navidad, Feliz Año Nuevo, Felices Fiestas Patrias y Feliz Cumpleaños”.

- Me acuerdo que una tía que era empleada del Seguro Social, me mandaba a escoger mi regalo a Bazar “Mechita” (del Mercado Modelo), donde tenía crédito todo el año.

- Me acuerdo que un año nació una vecinita el 25 de diciembre por la madrugada, entonces supe que una mujer también podía ser bautizada con el nombre de “Jesús”.