El tradicional "Caldo de jeta"

(Por: Segundo Sánchez Sánchez) A mediados de los 70’, los integrantes de los grupos musicales y los cantantes de las diferentes peñas de nuestra ciudad descubrieron un lugar donde se podía saborear un reparador caldo de jeta o un sabroso caldo de pollo, acompañado de su guarnición del peculiar mote arrecho y todo esto, obviamente, acompañado de su rocoto molido con huacatay. Este lugar, denominado como "Caldo de jeta", estaba ubicado en la segunda cuadra de la Avenida Buenos Aires, exactamente en una quinta a mitad de cuadra, entre las calles Francisco Pizarro y Garcilaso de la Vega. Pero, cómo nace este peculiar local, que ya forma parte de la historia de nuestra ciudad?.

sopaQuizás el único que atendía toda la noche era el Bar Beni, ubicado en la quinta cuadra de Francisco Bolognesi, frente a lo que ahora es el Skotian Bank, anteriormente el recordado Cine Premier.

Los precios de este recordado local no eran muy caros, pero tampoco eran cómodos, obligando a los consumidores a buscar un lugar donde se pueda comer bien y a precios al alcance de los bolsillos populares. Es así que los mencionados al inicio de este artículo descubren este rinconcito escondido de Chimbote, sin  imaginar que con el tiempo se convertiría en uno de los locales más concurridos por los consumidores de este tipo de potaje.

En dicho lugar,  el Caldo de Jeta, se ubicaban tres señoras que preparaban este delicioso plato. En la entrada de la quinta estaba la señora Consuelo, más conocida como la Tía Concho. En plena calle había una mesa larga, a base de tablones, con sus bancas a ambos costados, que podía albergar a unas 20 personas.

Y dentro del local, su casa, habían varias mesas con bancas y sillas para atender cómodamente a muchos más clientes. Ingresando a la quinta, al costado izquierdo, se ubicaba la recordada Tía Pitu, así como lo leen, no Tía Pito como es mencionada en un artículo publicado en la revista chimbotana Operación Fishland.

Al frente, ingresando por el lado derecho, estaba otra señora de apellido Gutiérrez. Estos tres locales informales constituían el popular Caldo de Jeta, que debe su nombre a que era el plato bandera que ofrecían al público noctámbulo.

Además, se podían saborerar el caldo de pollo y el tradicional shambar; este último de muy poco consumo por los clientes, más bien servía para espesar cualquiera de estos dos caldos. También en este punto los amigos de la mencionada revista incurren en un involuntario error: no era caldo de gallina, sino caldo de pollo lo que se expendía en este local.

A los consumidores mencionados, se sumaron los trabajadores siderúrgicos y otros que laboraban en el turno de noche, de 9.00 p.m. a 5.00 a.m., quienes después de su faena de trabajo antes de ir a sus casas, hacían un alto para tomarse uno de estos caldos que les permita dormir con tranquilidad y levantarse al mediodía para almorzar. Era una especie de desayuno adelantado para no interrumpir el sueño y poder seguir con la rutina diaria.

A ellos también se sumaban quienes madrugaban muy temprano y se desempeñaban como cargadores de agregados, ya que al frente de este local se ubicaban los volquetes que se encargaban de abastecer de este material a los diferentes puntos de Chimbote.

Rápidamente este local se hizo conocido y se extendió a otros sectores de la población: los noctámbulos deseosos de “pararse” con un “calderón” para continuar con la juerga hasta las últimas consecuencias o antes de ir a descansar. El caldo de jeta se hizo conocido por todo Chimbote, y de ser un local que atendía inicialmente a músicos, cantantes y trabajadores siderúrgicos, pasó a convertirse en un lugar obligado para los chimbotanos ávidos de saborear el delicioso caldo de jeta.

Si estabas en cualquier reunión social o familiar, antes de ir a casa obligado había que pasar por este local.  Poco a poco este local y el potaje se han ido haciendo tan conocidos que ahora forma parte de nuestra historia culinaria.  De los tres locales, el que tenía más acogida era el de la Tía Concho por dos motivos: era el más agradable, desde luego habrán quienes discrepen con el suscrito, y también por la comodidad, ya que en su interior se podía estar con tu pareja o con familiares. "Tía Concho, un caldo de jeta parte de pecho", era el estribillo criollo de la muchachada bromista y parroquianos asiduos de este local.  

En un inicio, este local comenzaba a atender a partir de las cuatro de la mañana, pero por la acogida y la exigencia de los noctámbulos tuvo que, poco a poco, adelantar su horario de atención. En efecto, los clientes llegaban antes de esa hora y exigían ser atendidos, ya sea tocando a la puerta del local de la Tía Concho o llamando a la Tía Pitu para que se apure en atender.

Entonces, la atención se adelantó a las tres y media de la mañana, pero como la exigencia de los noctámbulos continuaba se fue adelantando a las tres y así sucesivamente, hasta que se estableció el horario de atención a las dos de la mañana.

A partir de los años 90’, frente al Caldo de Jeta, exactamente al lado de la Funeraria Martinez, apareció otro local de venta de caldos para hacerle la competencia a los ya establecidos. Este nuevo local agregó un nuevo plato a los ya tradicionales: el caldo de carnero.

También por esos años, la recordada Tía Concho (+) dejó de atender al público y su hijo Raúl, actualmente médico de profesión –todo con el esfuerzo de la venta de caldo-, y quien era el que le ayudaba en esta tarea, se estableció fuera de Chimbote, por lo que este recordado local dejó de funcionar, dejando en el recuerdo más de veinte años de atención a los chimbotanos con el delicioso y tradicional caldo de jeta.

También la señora Gutiérrez, ya de edad avanzada, tuvo que dejar de atender por motivos de salud, quedando sólo la Tía Pitu de las que se iniciaron en este tradicional lugar, pero por esos años ella cambió de local para atender en la esquina de Buenos Aires con Francisco Pizarro, lugar donde permanece hasta la actualidad. Ahora sólo hay dos locales, uno frente al otro, que continúan ofreciendo al público estos potajes, pero con una particularidad: ahora comienzan a atender a partir de las siete de la noche.

Cambió el horario y el lugar, pero lo que no ha cambiado es la atención ni la tradición. Y en ambos lugares, ya convertidos en parte de nuestra historia, podemos continuar saboreando el delicioso caldo de jeta con su porción de mote arrecho y su agradable rocoto molido. ¡Qué delicia!.