El retrato de un país

Chimbotenlinea.com (Publicado en www.otramirada.pe).- “Este hecho ha enlutado al país”, fue la sentida declaración pública del director general de la Policía Nacional del Perú, Raúl Salazar. Alguien podría pensar razonablemente que se refería a la muerte de 5 ciudadanos en Cajamarca, entre ellos un adolescente de 17 años de edad, justamente a causa de la represión policial a las masivas manifestaciones en contra del proyecto minero Conga. Pero no, el general aludía al hecho de que jóvenes manifestantes pintaron consignas denunciando las muertes en Cajamarca en la base de la estatua de José de San Martín en Lima.

(Foto: larepública.pe)

Y es que las bulladas pintas en realidad son un símbolo que retrata al Perú actual. Un país con una profunda crisis ética, reflejada en el hecho de que no sólo el director policial, sino todo el Perú oficial rasga vestiduras y exige el circo romano en castigo a quienes hicieron pintas en la estatua, incluyendo la solicitud formal por parte del gobierno de cinco años de cárcel para ellos y la aparición en TV abierta de uno de sus padres empujado a hacer declaraciones ofensivas en contra de su propio hijo, mientras no se asume ninguna responsabilidad por el asesinato impune de 17 ciudadanos a manos de las fuerzas del orden sólo en un año de este gobierno.

¿Puede alguien honestamente creer que cinco años de cárcel es un castigo proporcional y razonable por pintar unas consignas en la base de una estatua?, y más importante aún, ¿logrará esta campaña mediática de las pintas impedir que se movilicen cerca de 15 mil personas en Lima, cuando ocurra otra muerte en manifestaciones?

No está demás detenerse a reflexionar con altura de miras y por el bien del país en las consecuencias de este tratamiento de los problemas que apuesta a lo criminalizador y represivo, y no a encarar democráticamente los profundos y crecientes descontentos que nos hablan con voz cada vez más fuerte de crisis estructurales del actual modelo económico y político. Con la avalancha mediática se podrá ganar un mezquino poco de tiempo para patear la pelota de los problemas más adelante, pero ellos volverán con cada vez mayor fuerza, justamente, para hacerse oír y para hacerse ver.

Finalmente, ¿no es una contradicción este evidente uso político que el Perú oficial y su elite dirigente hace de la estatua y la figura de José de San Martín, como un cascaron vacío de contenidos, cuando justamente el Perú oficial y su elite lo tuvieron por enemigo, derrocaron su gobierno y lo forzaron al exilio? ¿Hipocresía?, ¿ignorancia? Ninguno de los dos son epítetos de los que pueda enorgullecerse una clase dirigente y un país oficial.

En este sentido, la apelación pública “al respeto y admiración” debido al monumento del general patriota, por parte de los más altos representantes del poder en Perú, nos hace pensar sino recibirían de San Martín la misma respuesta que éste dio a José de la Riva Agüero, prototipo del Perú oficial, cuando en 1823 le ofreció regresar al Perú a hacerse cargo de tropas peruanas para enfrentarse a Bolívar. San Martín le respondió: “Al ponerme usted semejante comunicación, sin duda alguna se olvidó que escribía a un general que lleva el título de fundador de la república del país que usted, sí... que usted solo, ha hecho desgraciado... ¿cómo ha podido usted persuadirse que los ofrecimientos del general San Martín... fueron jamás dirigidos a un particular, mucho menos a su despreciable persona? … y más que todo a las ordenes de un canalla, como usted?... Basta, un pícaro no es capaz de llamar por más tiempo la atención de un hombre honrado...” ( Por Lucia Alvites S. - Socióloga (UNMSM),  Mg. en Género y Estudios Culturales- Universidad de Chile).