La humanidad algún día vivirá en paz, sin conflictos

Chimbote en Línea (Por: P. Segundo Díaz) Apreciados hermanos, hoy celebramos el II Domingo de Adviento. La palabra de Dios nos asegura que la humanidad algún día vivirá en paz, sin conflictos. En ese día no reinará la ley del más fuerte, como es la ley propia de los animales, y que muchas veces nosotros los hombres nos regimos de acuerdo a criterios selectivos o de imposición del más fuerte, explotando o eliminando al débil.

Así Isaías profetiza: que el Justo Juez, el descendiente de David, el brote del tronco de Jesé, no juzgará por apariencias ni sentenciará fundándose en rumores; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados.

El problema mayor de nuestra sociedad es la injusticia, que reina en todos lados. En esta navidad cuantos comerán el panetón y el pavo sucios, por el dinero fruto de la corrupción y no de un trabajo justo. El Señor nos invita a vivir ya desde ahora en justicia y rectitud, con dignidad, por  eso los cristianos católicos no podemos dejar de pedir a Dios que en estos días, en nosotros, reine la justicia y la paz y que abunde eternamente, como hemos proclamado en el Salmo.

El Apóstol Pablo, nos descubre el fin de la Palabra de Dios, son palabras que dan paciencia y consuelo para mantenernos en la esperanza, a pesar de vivir o experimentar en carne propia las injusticias, a veces producidas por un capitalis radical, como lo denuncia el Papa en su última carta encíclica. Pues esta paciencia y consuelo, que emanan de Dios, Pablo nos exhorta a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, para con los demás, siguiendo su ejemplo de servicio. Este servicio que se realiza a través del propio trabajo, trabajando honestamente y ganándose el pan de cada día con dignidad.

El Evangelio nos presenta la figura de Juan Bautista, el mayor de los profetas del Antiguo Testamento, que no fue grande por tener riquezas, poder o fama, sino que fue grande por su vocación de ser precursor de Cristo, que supo hacer su trabajo, que no se ensalzó sino que reconoció en Jesús al único al que vale la pena seguir, porque es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Pero Juan es al voz de Dios en el desierto, que no se calla las injusticias de su tiempo y no solo anuncia la llegada del Salvador, que bautizará con Espíritu Santo y fuego, sino que denuncia el pecado social,  la raza de víboras que algún día recibirán el castigo inminente sino se convierten de corazón, podemos ser todos nosotros, que muchas veces actuamos como los fariseos, que decimos palabras cristianas sin Cristo, esto es sin ponerlas en práctica como dice el Papa, podemos terminar en una existencia sin fundamento, porque no hemos construido nuestra casa sobre Roca, que es Cristo.

Que María nos ayude en nuestra conversión, en la metanoia, cambio de mentalidad, seguida de la conversión del corazón, para preparar un camino digno al Hijo de Dios en esta Navidad, un pesebre de amor nuestra persona y en cada una de nuestras familias.

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