Motivos y distintivos de “La Libertad. Cuentos infantiles”

Chimbote en Línea (Por: Ricardo Ayllón)  La Biblioteca Perú Infantil, a cargo de Ediciones Altazor, rompió fuegos el año 2009 con la publicación de “Ancash. Cuentos infantiles” proponiendo “una mirada sincera y horizontal de nuestra narrativa (peruana) a partir de los logros de su descentralización” siguiendo aquella conocida tradición de preparar muestras y antologías narrativas en el país, y que ha recaído generalmente en las manos de críticos, escritores y/o docentes interesados en ofrecer a los estudiantes material de lectura, tarea que se ve reforzada ahora con el denominado Plan Lector propuesto desde hace pocos años por el Ministerio de Educación.

De entre las antologías para estudiantes más conocidas en el país podemos mencionar “Cuentos peruanos”, del profesor Luis Yáñez, aparecida en 1968 pero que circula hasta nuestros días en dos tomos, habiendo sido reeditada permanentemente por diversos sellos y con la que se sigue trabajando en diferentes colegios nacionales.

La virtud de esta antología es que ofrece un viaje por las diversas corrientes de la creación narrativa desde el Costumbrismo (siglo XIX) hasta narradores liminares de la llamada Generación del 50 (siglo XX); aunque su debilidad radica en el hecho de mantener un canon literario de filo centralista, dejando de lado aquella visión plural de país que proporcionaría una propuesta regional de carácter democrático, y garantizaría el ánimo de reafirmarse en el convencimiento de la fecundidad y multiplicidad reinantes en nuestra creación literaria.

Siguiendo este último objetivo, imaginamos, es que Altazor se propuso iniciar y desplegar estas selecciones regionales infantiles, tras una paciente revisión de la cuentística del interior por parte de los comités editoriales designados para cada tomo.

Así, el segundo de estos está dedicado a La Libertad, departamento norteño que cuenta entre sus principales agentes nada menos que con creadores universales como César Vallejo (Santiago de Chuco) y Ciro Alegría (Huamachuco); o, viniéndonos hacia años más recientes, con escritores cuya estancia en el exterior les ha generado réditos personales, entre los que se encuentran Eduardo González Viaña e Isaac Goldemberg (ambos en Estados Unidos).

Sobre esta base, no parece complicado preparar un panorama que tenga lo mejor de los logros narrativos liberteños; aunque, valgan verdades, hacerlo con una orientación netamente infantil puede resultar tarea harto difícil. Felizmente, a la hora de  proyectarnos sobre este corpus literario (la selección recayó en el suscrito y en el escritor Willy del Pozo) encontramos un amplio margen creativo que hizo más factible el brindar un sugerente montaje narrativo.

Con un recorrido argumental que toca espacios andinos y costeros (lo cual trae diversidad de costumbres y de formas de pensar, es decir la consabida pluralidad cultural y social que caracteriza a nuestro país incluso en un orden regional), así como tiempos distintos (basados en la época en que los autores publicaron sus textos), “La Libertad. Cuentos infantiles” (Lima, 2009) plantea una lectura que –en grado de dificultad– va de menor a mayor: desde historias sencillas que proporcionan una holgada presencia a la fantasía, hasta narraciones más completas donde la realidad va tornándose casi en una condición argumental, y donde la proyección linguística y la construcción psicológica de los personajes se muestran mejor desarrolladas.

La presencia de autores residentes en la misma Región junto a aquellos con estadía fuera de esta (e inclusive fuera del Perú), avala también un enfoque equitativo; lástima, sin embargo, que el número de textos planteado por los editores (lo mismo ocurre en el resto de tomos de esta colección) sea limitado, pues es evidente que la cantidad de narradores en todo ámbito regional es mucho mayor, circunstancia que produce a veces una visión fragmentaria e injusta. De lo que sí nos encargamos, sin embargo, fue de la rigurosidad respecto al lugar de procedencia de los escritores convocados: todos sin excepción han nacido en La Libertad.

Así las cosas, tenemos aquí (en orden de aparición) a los siguientes creadores: Carlos Sánchez Vega (Cartavio), Ángel Gavidia Ruiz (Moyebamba, Santiago de Chuco), Danilo Sánchez Lihón (Santiago de Chuco), César Vallejo (Santiago de Chuco), Saniel Lozano Alvarado (Salpo, Otuzco), Isaac Goldemberg (Chepén), Ciro Alegría (Huamachuco), Gilberto Alvarado (Trujillo), Eduardo González Viaña (Chepén) y Gerson Ramírez (Laredo), con cuentos, en su mayoría, en que el espacio liberteño resulta evidente, ya sea por la expresa denominación del lugar donde ocurren los hechos y la ambientación manifestada en la forma de expresión los personajes, como por la representación de los elementos naturales y las circunstancias que permiten reconocerlos. En este contexto, el primer cuento, “El juego del ampay” (donde los personajes son los astros que rodean al planeta Tierra), constituye obviamente la excepción que confirma la regla.

El acabado técnico, por otra parte, es sencillo: los relatos son en su mayoría lineales, pensados obviamente en la capacidad comprensora del pequeño lector. Pese a lo cual algunos son más extensos que otros, lo que da como resultado la impresión de una propuesta desemparejada, que no llega sin embargo a restar méritos a la propuesta final.

Lo importante es que muchos de los textos reunidos no están libres del drama, el conflicto y las dificultades. Sus protagonistas no siempre se encuentran ante un mundo armónico, feliz y sin complicaciones (como equivocadamente se cree que debería ser la literatura para niños), sino, todo lo contrario, tienen que enfrentar situaciones donde el peligro, las dificultades y los retos constituyen el alma de lo narrado.

Al menos es lo que se puede hallar en lo ocurrido con aquella avecilla decidida a salvar la vida de un árbol seco a como dé lugar (“Jacinto, el jilguero”, de Gavidia Ruiz), en aquel desafío de dos estudiantes a la salida del colegio y donde la actitud de los personajes alimenta el drama de los hechos (“El vencedor”, de César Vallejo), en aquel novillo cuya increíble indocilidad constituye el leit motiv del relato “Toro” de González Viaña, o en el tono de pesadumbre con que se cuenta lo recientemente ocurrido a Abelardo (“Un carpintero”, de Gerson Ramírez).

Los antecedentes de trabajos como este (muestra de la narrativa infantil liberteña) los constituyen sin ninguna duda, tal como apuntamos en el prólogo, aquellos textos críticos y antológicos entregados por Saniel Lozano Alvarado, incansable investigador del corpus literario de su Región. Además de “Literatura infantil y juvenil de La Libertad” (1993), se hermanan al libro que comentamos aquí títulos de Lozano como: “Escritores de la región La Libertad” (2006) e “Historias a la luz de un candil. El relato de tradición oral de la Región La Libertad” (2011), así como sus recientes revisiones a la literatura de provincias; entre ellas “Letras de  mi  comarca y mi provincia” (2010) donde repasa la literatura de Otuzco.

Tales títulos, no obstante, se limitan a un circuito de orden regional y es posible obtenerlos accediendo únicamente a las librerías del departamento de La Libertad.

Por esta razón, además de la posibilidad de conseguir algunos libros individuales de los narradores de esta Región, podemos contar ahora con “La Libertad. Cuentos infantiles”, volumen con una mayor área de circulación debido al intenso trabajo de difusión realizado por Ediciones Altazor a nivel nacional, y que se integra muy bien con aquella otra selección infantil preparada por la misma editorial: “Caballitos de totora. Narrativa infantil liberteña”; lecturas ambas que permitirán no solo un repaso abarcador, sino también una mirada vigente sobre esta fructífera Región peruana cuya producción literaria no debemos desatender.

 

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