(Por: Antonio Luna Neyra) Chimbote, es un puerto con una rica y admirable historia difícil de ignorar. Como pocas ciudades en el Perú, Chimbote logró una evolución rápida y sustancial. Se transformó en pocos años de una modesta Caleta de pescadores de 4 mil habitantes en el primer puerto industrial harinero del mundo con más de 300 mil pobladores.
Y si bien, lo que disfrutó en los años 40, 50 y 60 fue un crecimiento explosivo más que un desarrollo sostenido, con el apogeo de su industria pesquera y siderúrgica sentó las bases para convertirse en un gran polo de desarrollo industrial, pesquero, agrario, cultural y turístico.
Por esos entrañables años Carlos Salazar Romero, Isaac Estrada Vidal, Lucio Pereyra, entre otros profesores, dictaban cátedra creando conciencia sobre la realidad de Chimbote y su promisorio porvenir.
Han transcurrido más de 50 años desde el boom pesquero y siderúrgico y sus autoridades de turno no han logrado, hasta hoy, cumplir el sueño de los chimbotanos y más bien se han conducido por un camino preñado por la improvisación, los intereses mezquinos y la deslealtad que llevaron a los chimbotanos a vivir en una ciudad atrasada, empobrecida, contaminada, insegura, atrapada por la corrupción y donde miles de niños y ancianos se debaten en el hambre, la desnutrición y la tuberculosis, lejos de su nutritivo y delicioso pescado que cada vez escasea más.
Se puede entender y hasta justificar que en sus primeros años de bonanza se produjo un crecimiento sorpresivo y desordenado que las autoridades de entonces no pudieron entender y manejar.
Pero 50 años después, con conocimiento de causa y estando al tanto de los graves errores y malas acciones que llevaron a la sociedad chimbotana a su más grave crisis, es increíble que sus actuales gobernantes locales, regionales y nacionales, continúen transitando por el sendero opuesto a su desarrollo.
Desprovisto de planes de desarrollo, sin alternativas de solución a la crisis pesquera, siderúrgica y agraria, con una educación y servicio de salud deficientes y marginales, con autoridades sin identidad regional, al servicio de los grandes empresarios y desesperados por enriquecerse, lejos del cambio que Chimbote necesita, es fácil predecir que nuestro puerto y la región seguirán hundiéndose en la miseria, desocupación y delincuencia.
No hay punto de comparación. Mientras que en los años de apogeo Chimbote crecía y le sobraban los puestos de trabajo, los recursos marinos servían para alimentar a todos los chimbotanos y sobraban, el acero templaba sus energías, la bahía deslumbraba con su belleza, el robalo, el bonito y la anchoveta abundaban.
Hoy en día lo que abunda es la delincuencia, la contaminación, los corruptos, la miseria, la desocupación y la depredación. Chimbote es una ciudad insegura y enferma que requiere una inmediata intervención quirúrgica.
Chimbote necesita un cambio urgente y drástico. No necesita solamente un simple cambio de autoridades, sino un cambio de rumbo, de política, de planes. Necesita retomar la visión y misión de nuestros ilustres antepasados para reabrir su horizonte de prosperidad y desarrollo en base a la igualdad, la justicia social y la democracia.
Necesita recuperar sus riquezas para ponerlas al servicio de los más pobres, requiere derrotar la pobreza y superar el atraso incrementando la producción y la productividad, haciendo de la pesca, el agro y la siderúrgica sus ejes principales, necesita acabar con el analfabetismo y la indigencia, mejorar la educación y la salud y terminar con la delincuencia y el narcotráfico.
Mientras Chimbote tiene el mar más rico del mundo, la siderúrgica más importante del país y un gran proyecto agrario, es inconcebible que siga conduciéndose con autoridades mediocres, corruptas y sin Planes de desarrollo, con instituciones y gremios sin iniciativas, adictos al poder y apáticos al desarrollo regional.
De este modo Chimbote no tendrá posibilidades de salir del pantano que grandes empresarios y autoridades abonan todos los días, sin importarles su futuro ni los intereses de los sectores populares.
¿Hasta cuándo seguiremos así? ¿Qué dice la juventud a todo esto? ¿Qué dicen sus sectores democráticos, patrióticos y regionalistas?