Hay que “hacer memoria” para no repetir la historia de “la Impunidad”

Por: P. Alex Gordillo (*)
Chimbote en Línea (Iglesia).- Al recordar un año más de la muerte de este hermano nuestro ex alcalde de la Provincia de Huarmey, quiero invitarles a que hagamos de su partida abrupta un signo, que refleja las distintas situaciones de injusticia social e impunidad en la que se sitúa nuestra sociedad en la actualidad.

Por ello quiero aprovechar  la ocasión para reavivar nuestra memoria, una memoria que tiene la capacidad como nos enseña  san Agustín:  por ser ella una de las "potencias" o "facultades" del alma de recordarnos quienes somos y quienes son los demás. Ya que es “la memoria”, esa potencia por excelencia  que unifica nuestro ser a lo largo de la línea del tiempo, de modo tal que sin ella no tendríamos más que instantes inconexos, carentes de sentido y de vigor. Gracias a la memoria no tenemos que reinventar cada día lo que significa "vivir".

Por ello quiero hablar de la “memoria de nuestra historia reciente” que nos sitúa en la experiencia trágica del pecado que nos conduce siempre a la muerte. Pecado que al hacerse habitual genera codicia, venganzas, los celos, ira, producto de ese “amor desordenado o apego egoísta a los bienes temporales de este mundo” conducta tan frecuente en nuestra cultura curtida de materialismo y ateísmo práctico.  
 
Aparece entonces como consecuencia del “mal que vivimos” como “fenómeno” dentro de las causas que la originan este desorden del pecado habitual que se asienta en esa “mala memoria” que se contrapone al deseo de Dios que nos exhorta: "no te olvides de lo que vieron tus ojos". Expresión en donde se nos invita a apreciar por un lado las maravillas de Dios y por otro lado el sufrimiento que trae el pecado, la desdicha humana que la podemos corroborar en nuestra historia reciente.

Esta es pues la desdicha humana de olvidar que el “mal moral” habita en nuestros corazones. Cuanto sufrimiento y dolor nos ha traído estas dos décadas de terror, violencia y muertes recientes a cargo de sicarios en nuestra provincia y en nuestro País, que se sitúa en un contexto de desprotección e inseguridad ciudadana que muchos privilegiados con extrañeza hoy no quieren ver,  menos recordar y nos preguntamos ¿porqué?, ¿En dónde está esa “memoria” frente a hechos que han enlutado a tantas familias?.

Mas aún podemos preguntar ¿En dónde están esos corazones y ese compromiso asumido en el ejercicio de una autoridad asumida para servir y administrar justicia? ¿Aún ven el camino o se han extraviado, también? Responda quien pueda.
 
Hoy en este tiempo de Cuaresma cercanos a la semana Santa tenemos que reconocer como “el pecado, esa realidad de mal” que oscurece y debilita esa luz natural que es la conciencia “Santuario en donde resuena la voz de Dios” quiere reinar e imponerse. Oscuridad que a desencadenando que los intereses personales de unos pocos generen estructuras sociales injustas en donde el “pecado social” se ha instalado en muchas instituciones llamadas a ejercer justicia. Hoy se esconde la “mentira” para ser presentada revestida de “verdad y de inocencia”, hoy bajo trajes serios y rostros probos se esconde “la impunidad”.
 
Por ello, con estos elementos podemos concluir que la “mala memoria” es la “no memoria, el olvido y la impunidad” que nos han introducido en una crisis en la administración efectiva de la justicia en nuestro País. Situación en la que muchos han olvidado  la “Verdad, la justicia y la misericordia” que brotan de Dios que en Jesús nos ha mostrado que nunca renuncia a la “verdad porque Él, es la Verdad” que nunca renuncia a la justicia “porque Él es el Juez por excelencia y de sus juicios infalibles nadie escapará”; que es misericordioso frente a la miseria humana del hombre arrepentido.

Hay la necesidad frente a lo expuesto de reavivar nuestra “memoria”, la “memoria” de las instancias correspondientes, para que con efectividad se sigan esforzando en su trabajo, y den signos de fidelidad al llamado que nos hace el Señor en este tiempo de cuaresma, tiempo de volver nuestra mirada hacia su entrega amorosa por nosotros por el perdón de nuestros pecados. Porque  por su Cruz, su Sangre y su Pasión entera, qué son, en su conjunto, el recordatorio indeleble del amor divino, hemos sido liberados de la esclavitud del pecado.  
 
Cristo Jesús nos ha dejado en su ofrenda de amor una señal que “rescata nuestra memoria” y despierta siempre nuestro amor hacia aquel que es su Fuente, el Padre de los Cielos. Su vida, nos ilumina  para caer en la cuenta de la realidad del ser humano llamado a amar para dar la vida como Él en el servicio de los demás en una entrega amorosa al Padre.
 (*)Párroco de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Huarmey