Mensaje del Obispo de Chimbote por el Día de la Biblia

Chimbote en Línea (Mons. Ángel Francisco Simón Piorno)  30 de setiembre - Día de la Biblia. Tanto el Papa Benedicto XVI como el Papa Francisco, insisten en la importancia de la Homilía, sobre todo en la celebración eucarística, que es una función propia del ministerio profético de la Iglesia, a la que le corresponde la diaconía de la evangelización en la verdad y en el amor.

Yo quiero insistir en la importancia que ésta tiene, dato que está en juego al mismo tiempo la Palabra de Dios, la celebración litúrgica y la vida de los creyentes.

Por ser proclamación de la Palabra “de Dios”, la homilía saca a la luz la obra de la Trinidad como historia de salvación revelada en los textos bíblicos, y por ser parte integrante del sacramento, la propone como Buena Nueva en relación íntima de los gestos sacramentales que celebran la fe y actualizan la salvación. Así, lo que “se proclama se está realizando ya en la misma celebración”.

El ministro de la Palabra será fiel a la diaconía de la verdad, si proclama lo que Dios dice por su Palabra inspirada a la asamblea reunida, pues ésta no se congrega para escuchar tal o cual pastor, sino para escuchar a su Señor resucitado.

Se proclama lo que Dios dice, cuando –como maestro sabio- el ministro expone la historia de la salvación contenida en los textos bíblicos, y cuando –como profeta lúcido- los actualiza a la vida concreta de la asamblea reunida.

Los fieles laicos como miembros vivos de la Iglesia tienen el derecho a homilías bien preparadas que favorezcan el cariño por la Escritura y la adhesión a la Palabra de Dios; es deber de los ministros de la Palabra, la proclamación digna de los textos bíblicos y de homilías que abran el conocimiento y a la vivencia del misterio del Señor.

A ejemplo de Jesús, heraldo del Padre, la Iglesia pide a los ministros de la Palabra que preparen “con particular cuidado, mediante el estudio del texto sagrado y la oración, el comentario a la Palabra del Señor, expresando fielmente sus contenidos y actualizándolos en relación con las interrogantes y la vida de los hombres de nuestro tiempo”.

También los exhorta a que el contenido lo expongan con un estilo amable, positivo, directo, sencillo, que no hiera a las personas, pero que sí “saben herir” las conciencias, y en un “tiempo de duración proporcionada” en relación con las otras partes de la celebración. Sin preparación o con una preparación superficial es fácil caer en reflexiones comunes y en aplicaciones moralizantes sin fuerza interpeladora. (Publicado en Mar Adentro, setiembre 2014)

 

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