Mensaje del Obispo de Chimbote por Fiestas Patrias 2014

Chimbote en Línea (Por: Mons. Ángel Francisco Simón Piorno)  Un año más nos disponemos a celebrar las Fiestas Patrias, teniendo en el horizonte el bicentenario de la Independencia. Son muchas las razones que tiene el Perú para sentirse orgulloso de esta página brillante de la historia. Aquellos peruanos enarbolaron la bandera de la libertad y pusieron las bases de la soberanía nacional.

1821 es una fecha constelada por figuras señeras que se enfrentaron a todos los poderes para hacer del Perú un país con dignidad. En los albores del siglo XXI volvemos nuestra mirada a los gérmenes libertarios y no nos cabe duda alguna que lo que somos y estamos llamados a ser el futuro, es fruto de aquella siembra.

Aun reconociendo que la gesta libertaria merece ser recordada con orgullo, no podemos cerrar los ojos ante la realidad de una patria lacerada y sufrida aún. Son todavía muchos los hijos del Perú que no tienen cabida en la mesa común, en la mesa de la existencia digna.

El 2021 nos obliga a desterrar la pobreza, el racismo y la exclusión. Este país, encuentro de dos mundos y síntesis de muchas culturas, lleva en sus entrañas la semilla de la grandeza. Aquella expresión que se acuñó en la España del siglo XVII y que encandiló a los mercaderes “¡Vale un Perú!”, sigue teniendo vigencia en nuestros días.

¿Cómo no recordar que Dios nos ha dado un país con riqueza, con belleza y con tanta diversidad? Nuestra sensibilidad religiosa lo reconoce. Sin embargo no podemos cerrar los ojos ante las heridas sangrantes; la corrupción, los asesinatos, las indiferencias, la falta de interés y la deslealtad, nos cuestionan permanentemente. Somos nosotros, los hijos e hijas de esta noble tierra, las que enrodamos su rostro y convirtamos la conciencia en un personaje insignificante y diminuto al que le hemos acallado la voz.

Que las celebraciones propias de estas Fiestas Patrias nos ayuden a reconocer nuestra responsabilidad en los males que nos aquejan y fortalecidos con la Palabra de Jesús y la ayuda singular de la Santísima Virgen María, experimentemos con el Salmista la alegría de la salvación, que se hizo independencia. (Publicado en Mar Adentro)

 

 

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