Dios se ha quedado entre nosotros - Mensaje del Obispo de Chimbote 2014

Chimbote en Línea.- (Por: Mons. Ángel Francisco Simón Piorno) En Belén, el Hijo de Dios ha asumido plenamente nuestra condición humana. No sólo se ha hecho hombre, se ha hecho carne. En la Biblia, la expresión “carne” significa debilidad, indefensión, fragilidad; Dios se nos ha hecho no un hombre olímpico e impasible, sino un ser humano surcado con la debilidad y el sufrimiento, sometido a la enfermedad y a la necesidad de ser protegido y querido, solicitado por la ansiedad y el abatimiento.

Dios ha querido compartir con nosotros no sólo nuestra naturaleza, sino nuestra debilidad.

Los seres humanos somos capaces de llamar a Dios para que venga a nuestro lado y nos ayude a luchar, a trabajar, a amar, a vivir. Queremos a nuestro lado a un Dios Todopoderoso, que nos dé seguridad y protección. Dios responde a nuestro deseo y viene a nuestro encuentro en el Verbo Encarnado. Pero no como alguien lleno de poder y de fuerza.

Se nos acerca como un ser inerme y débil. Viene a ayudarnos desde dentro a asumir nuestra condición de seres necesitados, contingentes, propensos a sufrir, obsesivos, pecadores.

No viene a liberarnos de nuestros problemas por una intervención fulminante, sino a darnos la gracia de su ejemplo y con la acción discreta de su Espíritu, pequeña dosis diaria de coraje y de paciencia para asumir nuestros problemas personales, comunitarios o eclesiales sin desesperarnos y angustiarnos.

Los filósofos quedan decepcionados, los profetas desconcertados y los creyentes quedamos perplejos. Dios nos ha descolocado con su nacimiento. Dios se ha quedado entre nosotros y lo encontraremos entre los débiles, los frágiles, los ignorantes. Ahí está y ahí nos espera: para que aprendamos de Él a acercarnos, a compartir y a levantar a los pobres de este mundo.

Si somos capaces de conocerlo en las fórmulas de fe, pero incapaces de reconocerlo en los pobres y necesitados, tal vez pertenezcamos a aquel grupo numeroso del que nos habla el prólogo de San Juan: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”.

Con la Biblia en la mano aprendemos a identificar a Cristo recién nacido, con el Cristo encarnado en los ancianos, en los postergados, en los oprimidos, en los fracasados. (Publicado en Mar Adentro, diciembre 2014)

 

 

 

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