Chimbote en Línea.- La violencia contra los niños, niñas y adolescentes siempre fue un flagelo dentro de la sociedad y este se agudizó más con la llegada de la pandemia de la covid-19, el cual no sólo desnudó las deficiencias en el sector salud, sino las relaciones dentro de muchos hogares.

Una situación preocupante donde el Gobierno obligaba a mantenernos aislados y a cumplir ciertas reglas para evitar el contagio del virus mortal.

Esto generó elevar los niveles de estrés, ansiedad, y depresión en los integrantes del grupo familiar, y un mayor riesgo de violencia hacia el sector vulnerable, que son los niños y niñas por parte de sus cuidadores.

En el 2019, el Instituto Nacional de Estadística Informática (INEI) aplicó la Encuesta Demográfica de Salud Familiar ENDES y dejó como resultado que el 62% de padres y madres hace uso de castigos humillantes, mientras que el 27% castigan de manera física para corregir el comportamiento de sus hijos de 1 a 5 años.  Eso demuestra las graves consecuencias al presentarse el confinamiento por la pandemia. Menores con bajos niveles de desarrollo socioemocional y siendo proclives a ser violentos con otros niños o adultos.

El Programa de Formación en Primera Infancia para periodistas que promovió el CENTRUM (PUCP)  y Copera Infancia,  realizó una capacitación donde se explicó que el entorno violento retrasa el desarrollo cognitivo, emocional y en el lenguaje de los pequeños y si a esto le sumamos el estrés que se genera por una mala experiencia temprana.

Asimismo, se informó que según cifras del programa Nacional Aurora (MIMP) solo en el mes de enero del año 2021, 4 mil 149 niñas, niños y adolescentes entre 0 hasta 17 años fueron atendidos por violencia a través el Centro de Emergencia Mujer (CEM).

Por eso surge la importancia de establecer políticas públicas y el rápido accionar de las autoridades e instituciones, a fin de plantear alternativas que contrarresten situaciones de violencia en los hogares para en el futuro evitar impactos irreversibles.

Necesitamos que el desarrollo infantil sea prioritario y que el Estado contribuya a que los menores crezcan saludablemente, con amor, protección, pero sobre todo con adultos responsables.(Por Milton Palpa)