Frei Betto: Shakespeare y la corrupción

Chimbote en Línea (Libre Opinión).-No se sabe con seguridad si Shakespeare es el autor de Eduardo III, obra que figura entre sus textos apócrifos. Pero los críticos al menos están de acuerdo en que él contribuyó en los dos primeros actos.

La obra toca un tema perenne: los gobernantes gobiernan gobiernos y, mientras tanto, casi nunca saben gobernarse.
Todos sabemos lo que hacen los políticos corruptos. Apenas cambian los tiempos ni difieren las costumbres. Ellos abusan de la inmunidad y de la impunidad, practican el más descarado nepotismo, usan los servicios públicos como si fueran derecho privado. Compran una novilla para entrar en el contubernio y venden la manada para no salir de ella.

El rey Eduardo III (1312-1377) fundó la Orden de la Liga, la más antigua e importante condecoración británica, concedida a quienes destacan por su lealtad a la corona. La liga es una cinta azul para sujetar las medias de la mujer. El fundador de la Orden con tan curioso nombre se casó a los 14 años con la belga Felipa, que le dio trece hijos. Más tarde se encaprichó por Juana, condesa de Salisbury, que le dio calabazas y se mantuvo fiel a su segundo marido a pesar del asedio real.

Durante un banquete en Calais, en conmemoración de la posesión inglesa de la ciudad francesa, el rey sacó a la condesa a bailar, ante la mirada atónita de la reina Felipa y su corte. De pronto una de las medias de Juana se desprendió y cayó hasta los pies. El rey, sin la menor vacilación, recogió la liga azul y la ató debajo de su rodilla izquierda. Ante el murmullo provocado por un gesto tan osado, Eduardo III pronunció la frase que se convertiría en el lema de la Orden de la Liga: "Maldito sea quien piense mal".

Si Shakespeare hubiera vivido en nuestra época tendría a su disposición un vasto material, menos noble, es cierto, descoronado, pues no conviene comparar a Eduardo III con los senadores que viajan a nuestras expensas para cuidar de su vanidad capilar y que nombran como asesores a notorios corruptos.

Hecha de barro y soplo, la naturaleza humana es siempre la misma. Siendo el soplo de naturaleza divina, invisible y volátil, como todos los dones que dependen de nuestra libertad de acogerlos y cultivarlos, queda el barro como el lodazal en el que metemos las manos, los pies y el alma. Adormecido por el dinero de la corrupción, se vuelve más maleable aún. El corrompido no pasa de ser arcilla fresca en las manos del corruptor.

En la obra, al advertir la hija la corrupción en el poder, un noble se expresa en un estilo que lleva la marca registrada de Shakespeare: "...el veneno es todavía peor en una taza de oro; la noche oscura parece más oscura con el resplandor del relámpago; los lirios que se pudren huelen mucho peor que las hierbas dañinas".

Los brasileños ya no tenemos monarquía, a pesar del talante mayestático de algunos de nuestros políticos. Pero nuestra República hiede a republiquita. En materia de corrupción distamos mucho de la taza de oro, de los lirios y del resplandor del relámpago. Nos quedan las hierbas dañinas: compra de diputados, uso privado de los bienes públicos; tarjetas corporativas nunca claras para el contribuyente.

Darcy Ribeiro, en sus conferencias, se permite el derecho a plagiarse a sí mismo. Todos los que hablan en público saben lo difícil que resulta ser original cada vez que se abre la boca. La prueba más contundente de que Shakespeare recogió su cosecha de pan en la cocina de Eduardo III reside en el hecho de repetir literalmente, en el soneto 94, la frase "Los lirios que se pudren hieden mucho peor que las hierbas dañinas".

Además, en materia de plagio nuestra senatorial marrullería no se queda atrás, echando fuera el talento. El dinero contante y sonante en el borde de la caja, más innoble que una taza de oro, el entregado por el lobista a la puerta de casa, sin un ramo de lirios.

La vida supera a la ficción. Pero cuando la repulsa paraliza la platea, campea la impunidad. Encima del palco, ellos se refugian en la oscuridad, protegidos por el manto de la inmunidad, pasando de víctimas al resplandor de los focos de los medios. Mientras tanto, acá en el piso de abajo somos envenenados por el olor de la podredumbre. (EVARED)
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Frei Betto es escritor y asesor de movimientos sociales, autor de "Calendario del poder", entre otros libros.

 

 

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