Marilyn Monroe: la sensualidad y el infortunio

(Por: Germán Torres Cobián) Hoy  5 de agosto se cumplen cincuenta años de la muerte de una mujer  de exuberante belleza que constituyó una verdadera leyenda erótica y una personalidad estelar única en la historia del cine. Me refiero a Marilyn Monroe, nacida el  1 de junio de 1926 como Norma Jean Mortenson, en Los Ángeles (California).

marilyn_monroe“El sexo es una parte de la naturaleza. Yo estoy al lado de la naturaleza”. Esta frase, en los labios de una Marilyn optimista, llena de vida y encanto sensual, era parte de la propaganda que mostraban las luminosas pantallas de los cines de un mundo que, en los años 50, renacía de sus cenizas después de la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial.

Sus mentores  se gastaron enormes cantidades de dinero para  convertirla en sex-simbol. Y lo consiguieron. Marilyn emanaba un exquisito glamour que los cinéfilos alcanzamos  a percibir intensamente en  todos sus filmes:  “Los caballeros las prefieren rubias”, “Cómo casarse con un millonario”, “Luces de candilejas”, “La comezón del séptimo año”, “La tentación vive arriba”, “El príncipe y la corista”, “Una Eva y dos Adanes”, “Vidas rebeldes”…

Se han escrito infinidad de crónicas y libros sobre  su vida, pasión y muerte. Algunas biografías la presentan como una  mujer a quien algunas productoras y personajes de Hollywood manejaron a su antojo. Hay  mucha verdad en estos comentarios.

Lo que también  es cierto es que la vida de esta bellísima mujer no fue tan jovial, ni ejemplo de felicidad como hacían  suponer  su vitalidad y la sonrisa que siempre la acompañaba. Tuvo una infancia desdichada; se dice que fue violada a los doce años; su vida sentimental fue un desastre.

Se casó a los 16 años con un soldado de la marina yanqui, luego con el beisbolista Joe Di Maggio y posteriormente con el dramaturgo Arthur Miller.

Todos sus matrimonios fueron un fracaso; estos desengaños  la condujeron fatalmente a una grave inestabilidad emocional y a una soledad atroz, aun cuando no le faltaba compañía. Así, la esplendorosa rubia se convirtió en uno de los personajes más patéticos del ambiente hollywoodense.

Ni siquiera su relación con John Kennedy, transformó en alegría el sufrimiento de su vida cotidiana. Y con razón, su relación con el entonces presidente de los Estados Unidos fue muy escabrosa.

Muchos de los autores que han escrito sobre ella, coinciden en aseverar que Marilyn Monroe fue asesinada en un compló montado por la CIA y el FBI para acallar muchos secretos de Estado que John Kennedy le había contado imprudentemente en sus ratos de alcoba.

En estos días, con motivo de  los cincuenta años de su fallecimiento, se están escribiendo nuevos libros sobre su azarosa vida e infinidad de artículos en diarios y revistas, incluso  se está  subastando el vestuario que usó en sus distintas películas,

Acaecida en funestas y misteriosas circunstancias (se dice que fue asesinada mediante una inyección letal de barbitúricos), la muerte de Marilyn Monroe en 1962, dejó un vacío nunca cubierto en el firmamento de las estrellas de Hollywood.  Algunos años después, el poeta-cantante Bob Dylan escribiría:

¿Quién mató a Norma Jean?
“Yo”, respondió la ciudad.
“Como deber cívico,
Yo maté a Norma Jean”