Jueves Santo: “Les he dado el Ejemplo” (Por Fray Héctor Herrera o.p.)

jesus-en-jueves-santoChimbote en Línea (Evangelio).- El Jueves Santo, comienza el Triduo Pascual. Como todo buen judío, Jesús, sus discípulos y sus seguidoras celebran la gran fiesta de la Pascua: la liberación de la esclavitud de Egipto.

El evangelio de Jn 13,1-15, nos dice que Jesús sabía que su hora ha llegado: pasar de este mundo al Padre. Ama a sus discípulos hasta el extremo. Sabe que uno de los suyos lo va a traicionar. Y sin embargo invierte los papeles: ahora, el Maestro es quien lava los pies de los suyos. Es un gran gesto profético: amor sin servicio desinteresado y solidario no tiene sentido.

 Nos enseña con su ejemplo que celebrar la comida, la eucaristía pasa por el gesto de realizar la fraternidad en comunión de unos con otros.  Por eso nos recordará claramente San Pablo: donde  hay división, insulto a los pobres con el despilfarro de la comida y desprecio a los demás no hay eucaristía.

Celebrar la cena del Señor es hacer memoria de lo que Jesús hizo por nosotros: entregó su vida, dio gracias, partió el pan, porque se nos como el Pan de vida (Jn 6,35) para realizar el “proyecto de solidaridad para toda la humanidad” “Hagan esto en memoria mía. Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre. Cada vez que la beban, háganlo en memoria mía”(1 Cor. 11,23-26). Cada vez que celebramos la eucaristía “la Iglesia renueva continuamente su conciencia de ser “signo e instrumento” de la unidad de todo el género humano (Mane Nobiscum Domine J.P. II No.27)

El Jueves Santo celebramos la Institución de la Eucaristía. El evangelista Juan, nos ha querido recordar que en ese gesto del lavado de los pies, está la muerte y la resurrección del Señor Jesús. Sus seguidores tenemos que aprender a morir a la soberbia y al orgullo, a la ceguera de no querer encarnar en la historia cotidiana el no amar con la ternura y el desprendimiento de un Dios tan humano y cercano. “Ustedes hagan lo mismo”(v. 15).

Y esto es lo que estamos llamados a ser los discípulos una Iglesia que da gracias, que comparte en la solidaridad, atenta siempre al mundo de los más pobres y excluidos. Signo y luz de amor, de reconciliación y de entrega. La Eucaristía nos compromete a construir un mundo más justo y más humano, donde no haya niños que mueren de hambre y de amor. El gesto de Jesús nos invita a una conversión sincera: servir como comunidad fiel seguidora de su Palabra de amor y vida.

Jesús nos dice: “Yo soy el pan de vida: el que viene a mí no pasará hambre, el que cree en mí nunca tendrá sed” (Jn 6,35). Por eso como discípulos comprendemos que compartir el pan es compartir la fuente de la vida que viene de Dios. “La comunidad que come de este pan se debe dejar transformar por el pan para convertirse también ella en “pan para la vida del mundo”. Una mesa, un pan, una vida, un cuerpo; eso es la Iglesia”(El Sacramento del Pan, Manuel Díaz Mateo, S.J.). (Por: Fray Héctor Herrera, o.p.)