Celebremos la Semana Santa con fe, gratitud, alegría y esperanza

Domingo de RamosCuestíón de fe (Por: Fray Héctor Herrera) Con el Domingo de Ramos, iniciamos la SEMANA SANTA. Jesús entra a Jerusalén, montado en un burrito, sencillo y humilde (Zac 8,9 ss). Los pobres se alegran, porque llega el tiempo de Dios. “Bendito sea el rey que viene en nombre del Señor. Paz en el cielo, gloria al Altísimo”(Lc. 19,38) Los sacerdotes y letrados se enfurecen, porque lo proclaman el Hijo de David. Su sentencia de muerte había sido dictada.

La trama para darle muerte ha sido urdida. Uno de los suyos va a traicionarlo. Pedro lo niega por miedo a su vida. Como hoy se repite la historia en las personas coherentes que quieren y aman la vida, la verdad y la justicia, siguen el mismo camino de la cruz de Jesús.

El maestro Jesús, nos reúne en una comida, dialoga, cuestiona y nos enseña un gesto importante, que a veces olvidamos como comunidad cristiana: “Si yo que soy el maestro les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes” (Jn 13,14-15).

¡Qué ejemplo y testimonio más profundo de Jesús para todos los cristianos de hoy!  amarnos, apoyarnos los unos a los otros, buscar el bien común, no nuestros propios intereses. Sean servidores, constructores de que algo nuevo va naciendo, para que el mundo de hoy recupere su fe en Jesús y los discípulos seamos testigos de ese amor profundo que mira más allá de la simpatía o antipatía.

Jesús remoja el pan y se lo da a Judas Iscariote y le dice: “Lo que tiene que hacer hazlo pronto” (Jn 13,27). El justo como los inocentes de hoy va a ser vendido a sus enemigos.

El camino del juicio de un inocente, cuya causa es la verdad, la vida, la justicia y la paz ha comenzado. Sus detractores sólo lo ven reo de muerte de cruz. Es un obstáculo para sus perversos planes de avaricia, poder y cuestionamiento de su modelo religioso y político.

La cruz que hoy muchos inocentes llevan por el hambre, la desnutrición, niños, as, explotados por un pan, mujeres y varones que se someten a exiguos salarios para tener algo para sobrevivir. Personas que mueren antes de tiempo porque no tienen una calidad de vida.

La cruz es camino de libertad, porque vence a la muerte, al odio, al egoísmo. La sangre de Jesús es señal de una alianza de amor, entregó su vida hasta el extremo para que tengamos vida en abundancia (Jn 10,10). Y culmina en la resurrección. Jesús ha resucitado, Él es el Señor de la vida.

Somos testigos de la vida, cuando tenemos una fe profunda en Cristo que vence al pecado y a la muerte, para resucitar glorioso. Que seamos esa levadura nueva, para celebrar la Pascua de Cristo, no con levadura de corrupción y maldad, sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad (cf. 1 Cor 5,6-8).