Evangelio dominical: ¿cuál de los dos hijos obedeció?

Chimbote en Línea (Por: Fray Héctor Herrera) José le dice a su hijo Jonás, hijo anda a trabajar a la viña. No iré. Y por qué no manda a Benjamín. Este le responde iré papá. Pero no fue. De esta experiencia familiar nos habla hoy Jesús en el evangelio de Mateo 21,28-32

La autoridad con que Jesús habla molesta a sus adversarios. Se dirige a los sumos sacerdotes y dirigentes judíos para hacerles recapacitar una vez más. Se trata de un hombre que tenía dos hijos: “hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña. El hijo respondió; no quiero; pero luego se arrepintió y fue” (vv.28-29).

El segundo le dijo: “Ya voy Señor, pero no fue” (v.31). Según las normas sociales, el primero había obedecido a su padre, en cambio el otro había desobedecido, lo cual significaba una falta de respeto. Los dos hijos representan a los judíos piadosos que dicen, pero no cumplen, como les reprocha Jesús a los fariseos y letrados(Mt 23,3); y a los publicanos y prostitutas, que por su fe en Jesús estaban más cerca del Reino de Dios. Los judíos, que honran a Dios con los labios pero su corazón están lejos de él (Mt 15, 8), son suplantados por un pueblo que produce fruto a su debido tiempo (Mt. 21,41).

La parábola es un llamado a la conversión. Hay un paralelismo entre la predicación de Juan y la de Jesús: los piadosos no le creyeron, en cambio los que eran considerados pecadores y prostitutas cambiaron sus vidas y acogieron el reino de Dios.

Jesús es rechazado por las autoridades judías. Está próximo a su muerte, pero no han reconocido el “camino de la justicia y no le creyeron. Y ustedes, aún después de verlo, no se han arrepentido ni le han creído”(V.32). Acoger el reino de Dios es practicar la voluntad de Dios nuestro Padre que nos ama a todos. “Es practicar el derecho y la justicia”; como nos recuerda el profeta Ezequiel 18,27.

En tiempo de  Jesús se vivía del legalismo, como puede sucedernos hoy en día y actuar por puras apariencias, sin querer comprometernos como cristianos en la construcción del reino de Dios, que significa la defensa de la vida y la dignidad de toda persona, la práctica de la justicia y el derecho de los más pobres, la defensa del medioambiente y la protección de los recursos naturales.

El apóstol Pablo nos recuerda que “se hizo obediente hasta la muerte de cruz, para que ante el nombre de Jesús, toda rodilla se doble en el cielo, la tierra y el abismo y toda lengua confiese: ¡Jesucristo es Señor! Para gloria de Dios Padre (Filp 2,1-11).

“La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del continente. Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida de Cristo.”(DA. No.362).Un cristiano coherente es fiel seguidor de Jesús porque edifica y construye la comunidad cristiana misionera y evangelizadora
DOMINGO 26 T.O. CICLO A. D. 28.09.2014. MT. 21,28-32

 

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