Caminado a orillas del mar de Galilea

Chimbote en Línea (Por: Fray  Héctor Herrera) Al enterarse Jesús que Juan había sido encarcelado, se retira a Galilea y se establece en Cafarnaúm, junto al lago. Es el lugar del encuentro de los pueblos y las culturas.

Se cumple lo que nos dice el profeta Isaías: “El pueblo vio una gran luz” (Is 8,23-9,1-3) y será desde allí donde Jesús comienza su misión, la universalidad de su mensaje y el llamado a sus seguidores. Para su misión necesita  seguidores que vivan y practiquen su mensaje.

Jesús es la luz de la esperanza que ilumina a los pueblos. Su mensaje es directo, como el de Juan: “conviértanse porque está cerca el reino de Dios” (v. 17).

Jesús sale a nuestro encuentro. Camina a orillas del mar de Galilea. Allí comenzará los orígenes del nuevo pueblo de Dios, la Iglesia, con humildes pescadores. Ve a Simón, llamado Pedro y Andrés su hermano (v. 19).

Y les dice: “vengan conmigo y los haré pescadores de hombres. Algo nuevo ha comenzado. Toma distancia de los rabinos o maestros judíos.

Es el quien elige a  sus discípulos. La respuesta es incondicional. Es de un total desprendimiento. Es acoger una vida y una práctica nueva de conducta. Luego llama a Juan y a Santiago hijos de Zebedeo (v.21-22). La respuesta es rápida, como debe ser hoy en nuestra vida de creyentes. Es acoger la persona de Jesús y seguir su estilo de vida.

El seguimiento a Jesús es ser llamados a compartir en toda la vida y la misión del maestro. Es ser constructores de esa novedad del reino de Dios.

Es vivir nuestra vocación cristiana: el seguimiento a Jesús es construir el reino del amor y de la defensa de la vida en todas sus dimensiones. Nada de lo humano o que pueda afectar la vida y la historia del ser humano es ajeno al cristiano.

El Señor nos habla en toda circunstancia de la vida. Por eso como pastores, como laicos, tenemos que buscar que es los que Dios quiere. Jesús nos invita a un cambio de actitudes, a un espíritu más solidario. El espíritu nuevo que anima a los cristianos es el espíritu de Jesús,  compartir el dolor y la esperanza con los más pequeños de este mundo.

La propuesta de Jesús es el reino de Dios: “En la medida en que él logre reinar entre nosotros, la vida social será el ámbito de fraternidad, de justicia, de paz, de dignidad para todos. Entonces, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales” (cf. E.G. 180)

El reino de Dios que Jesús anuncia es una buena noticia que significa una futura situación en la tierra: cuando los hambrientos sean saciados, los indígenas respetados, todos sean reconocidos, como iguales ante Dios y ante la humanidad.

El reino de Dios está en medio de nosotros. Basta abrir los ojos y el corazón para dejarnos iluminar por la fuerza de su Palabra y descubrir que como cristianos hemos entrado en una comunidad para conocer y descubrir a Jesús, como signo de comunión. Por eso nuestras comunidades cristianas serán creíbles, si tenemos el mismo pensar y sentir de Cristo ( 1 Cor.1,10).

Donde hay división y discordias, no está Jesucristo. Sólo la búsqueda en conjunto del amor y de la misión nos hará mensajeros creíbles de Jesús.

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