Dar a Dios lo que es de Él

(Por: fray Héctor Herrera) A veces los seres humanos nos endiosamos, pretendemos representar a Dios, o creernos dioses por soberbia, orgullo y dominamos a los demás, que se nos rinda reverencias y favores. El evangelio de Mateo 22,15-21 nos presenta a Jesús haciendo una clara diferencia.

Los poderosos de este mundo acuñan monedas, hacen spots televisivos o utilizan las redes sociales o cualquier medio para hacer sentir su poder. Dios actúa diferente y quien se deja guiar por Él, recuerda que es imagen y semejanza de este Dios cercano, humano, compasivo que busca el bien y el derecho de todos.
Jesús vive la realidad de la dominación de Roma. Los fariseos no admiten ser dominados, los saduceos eran colaboracionistas del poder romano y los partidarios de Herodes también, porque habían impuesto a este hombre para salvaguardar sus intereses. Le tienden una trampa que llevaba un doble sentido. “Maestro nos consta que eres sincero, que enseñas con fidelidad el camino de Dios y que no te fijas en la condición de las personas porque eres imparcial. Dinos tu opinión: ¿es lícito pagar tributo al César o no? (v. 16)

El complot es perfecto, lo que tratan es de conducir a Jesús a un terreno peligroso. La lealtad al imperio se juega en la vertiente económica de la política. Ante esa realidad Jesús les responde hábilmente ¿Por qué me tientan hipócritas? Muéstrenme la moneada del tributo. Le presentaron un denario. Él les dijo: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? (vv. 18-20). Contestaron: Del César. Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (v. 21).

Algunos quieren interpretar esta frase, como si el cristiano se excluyera de las realidades humanas. “Si muchas de las estructuras actuales generan pobreza, en parte se ha debido a la falta de fidelidad a sus compromisos evangélicos de muchos cristianos con especiales responsabilidades políticas, económicas y culturales” (D.A. 501).

Todo ser humano es una imagen viva de Dios, tiene que luchar contra la idolatría de hoy: el mundo consumista, el comercio de las armas, el espíritu de competencia, el fanatismo violento, que trata de robar nuestra dignidad humana. Jesús nos propone un nuevo estilo de vida: mantener nuestra conciencia y libertad para construir los valores del reino: la dignidad y crecimiento de las personas, la búsqueda de la solidaridad y armonía, el cultivo de los valores de la autoestima, la seguridad y la fe profunda en Dios.

Jesús nos enseña a actuar con profunda libertad de espíritu para ser transparentes y mirar con objetividad. Realizar el reino de Dios aquí y ahora significa coherencia de vida, humildad para reconocer que Dios está, sobre todo. Como nos recuerda el profeta Is.45, 6: “Yo soy Dios y no hay otro”.

Él está sobre todo poder, dominio y autoridades. Porque Él es el autor de la vida y estamos llamados a sembrar los valores de defensa y protección de la vida humana, a rescatar el valor del silencio que nos permita reflexionar en el hoy: ¿Es el Señor nuestro único Dios, o el mundo de hoy sólo busca su dios en el dinero? “Nadie puede servir a dos señores, pues odiará a uno y amará al otro o apreciará a uno y despreciará al otro. No pueden estar al servicio de dios y del dinero” (Mt 6,24)

La crisis más profunda de la humanidad es que sólo ve lo material, dejando de lado una economía solidaria. Los discípulos de Jesús tenemos que ver en Dios el amor y la solidaridad, la búsqueda de la verdad para comprender como San Ireneo, que “La gloria de Dios es la persona humana viviendo en plenitud”.

 

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