Creyó que Dios es Amor ( Fray Héctor Herrera o.p.)

Chimbote en Línea (Evangelio Dominical).- En nuestra vida se nos presentan diversas ocasiones para expresar nuestra fe y amor a Dios. También Jesús sufrió la prueba, las tentaciones y nos enseñó a mantener nuestra opción por Dios, aún en los momentos difíciles. De esto nos habla el evangelio de Lc. 4,1-11

Es interesante que Lucas dice: que Jesús está lleno del Espíritu Santo y es quien lo conduce al desierto (v.1; Lc. 3,22). El desierto en la biblia es el encuentro consigo mismo y donde somos sometidos a prueba (Dt 8,1-4).

Jesús es la figura simbólica de esa experiencia del pueblo que recorrió cuarenta años el desierto. Es la figura de Moisés que permaneció cuarenta días en la montaña para encontrarse con Dios. Es el camino que tenemos que recorrer para celebrar la muerte y la resurrección de Cristo, una invitación para todos nosotros de encontrarnos con nosotros mismos, con Dios y redescubrir nuestra vocación y misión como cristianos en el mundo de hoy.

Jesús descubre su vocación en el desierto. Experimenta la duda ante la prueba del hambre: “Si eres hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan”(v.3). Hoy el poder del mal hace que millones mueran de hambre, o buscan respuestas facilistas para comprar las conciencias. Y Jesús responde decididamente: “No sólo de pan vive el hombre” (v.4), sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.

Sí, el mundo de hoy comprendiera que fe y amor al prójimo van unidos, nos esforzaríamos por amar a Dios y al prójimo. Como dice el Papa Benedicto XVI, en su mensaje de cuaresma:” Una fe sin obras es como un árbol sin frutos”. Fe y amor se necesitan recíprocamente.

El diablo le muestra los reinos del mundo: “Te daré todo ese poder y su gloria, si te postras ante mí” (v.6-7). Es el poder político que muchas enceguecen a algunos, para dominar, oprimir y quitar la vida. Es la tentación del ser humano de avasallar a los demás. Sin embargo Jesús, decide que lo fundamental de su misión es la instauración del reino de Dios.

 Y esta es nuestra misión como cristianos convertirnos y no servir a los poderes de este mundo, sino trabajar por establecer la verdad, la justicia, la paz, el respeto por la vida humana.

Lo lleva a Jerusalén a lo más alto del templo: “Si eres hijo de Dios, tírate abajo desde aquí”. Jesús nos enseña a decidirnos a no ser arrogantes, no tentar a Dios. Y le responde: “No pondrás a prueba al Señor tu Dios”. Él ha decidido que su misión no es compatible con ningún poder de este mundo. Su misión será la vía del sufrimiento y de la cruz, de la entrega y del servicio diario para cumplir la misión de Dios su Padre.

La cuaresma es una oportunidad para revitalizar nuestra fe en Cristo, escuchando atentamente la Palabra de Dios, aplicándola en el amor al prójimo, viviendo la reconciliación con Dios y con los demás; comprometiéndonos para que cese la violencia, cultivando una cultura de vida y de paz. Vivamos la cuaresma con la oración, el ayuno y la conversión con profunda fe y amor a Dios y al prójimo (1 Jn 4,20). (Por: Fr. Héctor Herrera, o.p.)