Este es mi hijo amado

Chimbote en Línea (Por: fray Héctor Herrera)  El segundo domingo de Cuaresma está marcado por la cruz. Así como Abraham es fiel a Dios que le pide el sacrificio de su hijo Isaac, figura de Jesús (Gn 22,2), quien camina resueltamente a Jerusalén y está dispuesto a morir para darnos vida, fiel a la voluntad del Padre.

Pedro no comprende como Jesús va a morir y lo reprende (Mc 8,32-33). Hoy hay cristianos como P. Sandro, cuando le decíamos, tú vida está en peligro, quieren matarte. Él nos dijo tengo que cumplir mi misión con la comunidad campesina. Jesús le dijo a Pedro, “tus pensamientos son los de los hombres, no los de Dios” (v.33).

Pedro, como nosotros se preguntaba ¿Cómo un crucificado puede ser el Mesías?, si el Dt 21,22-23 dice que el que es colgado de un árbol es un maldito de Dios.
Jesús como el buen Maestro quiere mostrar a sus discípulos Pedro, Santiago y Juan que la gloria de Dios pasa por el camino de la cruz. Mc 9,2-10, quien escribe el evangelio, probablemente entre los años 65 y 70 para los primeros cristianos quienes se esfuerzan por comprender el camino de la cruz, que es un escándalo y una locura, pero para el que cree es poder y sabiduría de Dios(1 Cor 1,22-23)

 

El evangelista ve en la transfiguración la gloriosa resurrección de Cristo. Moisés representa la Ley y Elías los profetas. Ambos sintetizan el AT (Mt 22,40). La propuesta de Pedro: “maestro ¡qué bien se está aquí! Vamos a armar tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía lo que decía, porque estaban llenos de miedo” (v.5-6). Pedro quería que se quede en la montaña, como nosotros a veces buscamos la comodidad, desentendiéndonos de las realidades temporales y humanas. Jesús se muestra en su cuerpo glorioso, para que nosotros como creyentes, asumamos: “las tristezas y angustias del hombre de nuestros días, sobre todo de los pobres y de toda clase de afligidos...” (G.S. 1)

“Este es mi Hijo querido. Escúchenlo” (v.7). ). Hijo querido o predilecto se refiere a la figura del Mesías siervo, anunciado por Isaías 42,1. La expresión «escúchenlo» evoca la profecía que prometía la llegada de un nuevo Moisés (cf. Dt 18,15). Jesús es verdaderamente el Mesías glorioso, pero el camino de la gloria pasa por la cruz, según el anuncio del Siervo (Is 53,3-9). La gloria de la Transfiguración es la prueba. Moisés y Elías lo confirman.

Seguir y  escuchar a Jesús es mantener y abrirnos caminos a la esperanza, para ser imágenes vivas de Cristo que amemos la vida, la ecología, la libertad. Que no permanezcamos  paralizados por el miedo. Busquemos la verdad de Dios, donde se niega el derecho a la vida, donde hay sordera ante el sufrimiento del pobre indígena, cuando en nombre del desarrollo económico se rechazan los valores espirituales y morales; el discípulo está llamado a una misión, transfigurar el egoísmo e indiferencia, en una fraternidad solidaria.

Escuchar a Jesús hoy, es abrir nuestro corazón y nuestra mente, toda nuestra vida para ser testigos de la Luz en un mundo cada día más necesitado de Él. Porque en Cristo se ha sellado la alianza nueva y definitiva entre Dios y la humanidad. 

 

 

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