Elecciones 2016: más allá de la segunda vuelta…

 Crédito: Andina

Perú en Línea (Por: Rosa Alayza) - La segunda vuelta transcurre en medio de una polarización electoral creciente. Hablar de polarización significa que vivimos en un ambiente tenso donde las posibilidades de dialogar sobre nuestras preferencias parece imposible, los argumentos parecen responder a imágenes e interpretaciones intocables, inamovibles.  Al contrario la política ejercida dentro de la democracia, debiera alimentarse de la voluntad de intercambiar puntos de vista diferentes, respetar la pluralidad de posiciones que suponen una circulación de información a todos los sectores de la población, teniendo en cuenta la construcción de bienes superiores para mejorar la sociedad en la que vivimos.

¡Qué lejos estamos de esto…!  Me pregunto: ¿no podemos hacer un esfuerzo para animar muchas conversaciones sobre lo que está emergiendo como discusión entre los candidatos? Preguntarnos: ¿qué dicen ellos sobre los temas de fondo que nos preocupan y afectan a las mayorías? ¿Cómo piensan responder a estas necesidades? Y ver la forma de circular información de calidad que resuelva nuestras dudas o al menos parcialmente responda a nuestras inquietudes.

FORTALECER EL VALOR DEMOCRÁTICO DE LAS ELECCIONES

Las elecciones representan un momento privilegiado de la vida política peruana porque de un lado emergen toda clase de problemáticas ciudadanas, emergen los perúes reales que contrastan entre sí y con los bienes superiores que carecemos, pero necesitamos construir. Este valor democrático de las elecciones, no podemos tomarlo en forma superficial  o simplemente como la repetición vacía y retórica de discursos devaluados. Al contrario, estas elecciones están mostrando que está en juego el piso democrático básico de la sociedad y Estado peruanos. Entonces su fortalecimiento y profundización representan la condición necesaria, así  como también el resultado de responder efectivamente a muchas demandas ciudadanas.

Pero no hay manera de que mejore la democracia si ella no cuenta con gobernantes y ciudadanos se identifiquen con ella, respeten sus reglas, alienten la práctica de  valores democráticos como el respeto a las personas y grupos, que se transforme al Estado y sus políticas públicas en servicios que no discriminen a los ciudadanos por su color de piel, cultura, condición económica y lengua, y que podamos vivir en condiciones seguras, sin sentirnos amenazados por la presencia de quienes controlan algún poder económico o político, al punto de imponer sus propias reglas. Como se ha repetido tanto estos días que el Estado llegue a todas partes con servicios de calidad y bajo el respeto de los derechos ciudadanos de las personas, defendiendo los derechos sociales relativos al trabajo, otorgando remuneraciones dignas, impartiendo servicios de educación y salud, haciendo que la justicia no brille por su ausencia y que el agua limpia circule hasta en el último rincón del Perú.

Los ciudadanos y ciudadanas están reclamando agua, cemento, servicios, pero también un trato decente y amable por parte del Estado que les permita confiar en sus autoridades. Responder a estas demandas implica que las autoridades y funcionarios se comporten democráticamente puesto que peruanos y peruanas no sólo demandan redistribución a nivel económico, sino el reconocimiento de su condición de interlocutores válidos. Por eso digo la defensa del orden democrático representa una condición para avanzar en nuestro desarrollo  y un  resultado de una mayor y mejor presencia del Estado.

CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA
Cómo desde la vereda ciudadana enfocamos nuestro interés y motivación para alimentar a la  democracia con actitudes y decisiones concretas en la vida cotidiana, justamente contrarias a la polarización que vivimos. Tampoco se trata de dejar que otros piensen por nosotros o de pensar que el problema lo tienen los que suben al poder del Estado y que solo ellos tienen que cambiar. La impronta ciudadana hace parte de la vida en democracia, es la savia que la alimenta, es aquella si puede contribuir a canalizar energías de cambio en las personas. Pero sería un error pensar que terminado el proceso electoral ya no hay mucho por hacer o que solo la calle es el lugar de su canalización. Pensemos  cómo a partir de la segunda vuelta electoral imaginamos formas concretas y cotidianas de alimentar este orden democrático como parte de nuestra convivencia social y política; lo necesitamos para seguir mejorando como sociedad y estado.
*Politóloga y profesora del Departamento de Ciencias Sociales de la PUCP
Artículo publicado en la revista Signos- IBC

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