Antiguas civilizaciones andinas tenían tanta variedad genética como la actual Nueva York

Chimbote en Línea.- Una ciudad cosmopolita, cuyos habitantes traían dentro suyo historias de otras urbes más alejadas y que, producto de la migración, llegaron a una ciudad donde el progreso, la infraestructura eran de las más modernas del continente.

Estas características no son de ciudades como Londres (Reino Unido), Madrid (España) o Nueva York (Estados Unidos), si no las capitales de las culturas Tiahuanaco e Inca, metrópolis que se erguían como el centro de todo un continente, concluyeron los científicos de la Universidad de Harvard al estudiar la variedad genética de sus habitantes.

El portal noticioso La Vanguardia de España informó que los Andes centrales son una de las pocas zonas del mundo donde se inventó la agricultura. Allí ni se copió ni se importó el proceso desde otro lugar. La papa, el cultivo principal, se domesticó hace entre 7,000 y 10,000 años.

En medio de esa revolución cultural surgieron las primeras grandes civilizaciones de América del Sur como la Chavín, la Tiahuanaco, la Moche o la Inca, esta última sometida por los españoles entre el 1533 y el 1572.

Tan importante fue la región que su esplendor ha cautivado a decenas de historiadores y arqueólogos. Y, a pesar de eso, hasta ahora nunca se había desarrollado un estudio en profundidad y a gran escala de la genética antigua de las montañas y la costa de los Andes centrales antes del contacto con los europeos.

Un estudio de la genética del antiguo andino

Investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard y la Universidad de California se han pasado los últimos años analizando el ADN de 89 personas que vivieron entre 9,000 y 500 años atrás y han encontrado una “sorprendente continuidad genética en medio de la agitación cultural y el cosmopolitismo ancestral”, que dominó la región en el pasado, según explican en un artículo publicado en la revista Cell .

Entre los restos estudiados había representantes de los moche, los nasca, los wari, los tiahuanaco y los incas. “La gran mayoría de investigaciones se habían centrado en el oeste de Eurasia. Estudiar América del Sur nos permite comenzar a definir la historia detallada de los movimientos humanos en esta parte extraordinariamente importante del mundo”, señaló Lars Fehren-Schmitz, autor principal del artículo.

Al centrarse en la historia precolombina, los especialistas han podido hacer una “reconstrucción detallada” de los movimientos de población en los Andes, todo un desafío si tenemos en cuenta los cambios demográficos ocurridos desde el primer contacto con los europeos.

Hace 9,000 años, los grupos que vivían en las tierras altas andinas se volvieron genéticamente distintos de los que se fueron a vivir a lo largo de la costa del Pacífico. Los efectos de esta diferenciación temprana todavía son visibles hoy en día, escriben los investigadores. “Es un hecho extraordinario, dada la pequeña distancia geográfica [entre ellos]”.

Otro detalle que aún se puede observar es algo que ocurrió hace 5,800 años, cuando la población del norte también desarrolló firmas genéticas distintas de los que prevalecieron en el sur. A partir de aquí, el flujo de genes se produjo entre todas las regiones andinas, aunque se redujo drásticamente hace unos 2,000 años.

”Es emocionante poder diferenciar los grupos costeros, septentrionales, meridionales y de las tierras altas, así como las personas que viven en la cuenca del Titicaca”, apuntó Fehren-Schmitz. El equipo de científicos descubrió, además, intercambios genéticos tanto dentro de los Andes como entre grupos andinos y no andinos.

Una continua migración

Lo que encontraron fue que los pueblos antiguos se movieron entre el sur de Perú y las llanuras argentinas y entre la costa norte de Perú y el Amazonas, evitando en gran medida las tierras altas.

En los últimos dos milenios, múltiples regiones mantuvieron la continuidad genética a pesar de las claras transformaciones culturales ocurridas. Este es un hallazgo que contrasta con muchas otras regiones del mundo, donde los estudios de ADN “a menudo documentan una renovación genética sustancial en este período”, indicaron.

”Para nuestra sorpresa, hay una fuerte continuidad genética durante el ascenso y la caída de muchas de las grandes culturas andinas como la Moche, la Wari y la Nasca. Los resultados sugieren que la caída de estas civilizaciones no se debió a una migración masiva a la región a través, por ejemplo, de una fuerza militar invasora, un escenario que sí se ha documentado en otras regiones del mundo”, indicaron.

Pero hay dos grandes excepciones a esta “tendencia de continuidad”. Los vastos centros urbanos de las culturas Tiahuanaco e Inca no eran “genéticamente homogéneas”, sino que las capitales de estos imperios “eran cosmopolitas y albergaban personas de muchos antecedentes genéticos. (Fuente Andina)

Comentarios

Comentar