César Vallejo: conoce la historia de la primera vez que declamó Los heraldos negros

Chimbote nea.- La primera vez que César Abraham Vallejo Mendoza recitó Los Heraldos Negros fue desde un balcón. Ocurrió hace 102 años, según relata el historiador y escritor Luis Enrique Tord en su libro sobre el pintor Macedonio de la Torre. Y lo hizo frente a un exigente auditorio de escritores, poetas, artistas plásticos, filósofos e intelectuales de la época.

La reunión tuvo lugar el 10 de junio de 1917 en el patio posterior de la casa de De la Torre –hoy de propiedad de la familia González Rosell–, en el jirón Gamarra 441, Centro Histórico de Trujillo, capital de la región La Libertad. Aquel año fue el de mayor producción literaria en Trujillo.

Estuvieron presentes Víctor Raúl Haya de la Torre, Antenor Orrego, Oscar Imaña, José Félix de la Puente, Alcides Spelucín, Carlos Valderrama, José Eulogio Garrido, Eloy Espinoza, Federico Esquerre, Ignacio Meave Seminario, Gustavo Romero Lozada, Agustín Haya de la Torre, conocidos como la Bohemia de Trujillo y, tiempo después, como Grupo Norte.

El balcón que usó Vallejo para dar a conocer su magnífica composición literaria al igual que el salón donde se reunían para compartir de nuevos conocimientos se mantiene en pie. En las paredes cuelgan aún cuadros de Macedonio de la Torre.

Luis Miguel González Rosell, abogado, periodista y uno de los herederos del histórico inmueble, dice que cada 10 de junio, los integrantes del Instituto de Estudios Vallejianos, llegan para poner una ofrenda floral por Vallejo y los intelectuales de la época.

La familia González Rosell invierte una importante suma de dinero cada mes para mantener en buen estado el bien, declarado Patrimonio Monumental de la Nación en 1972.

“Sentimos mucho orgullo y satisfacción de vivir en una casona que guarda mucha historia relacionada con intelectuales importantes de las primeras décadas el siglo XX”, dice.

Inteligencia vallejiana

El escritor, historiador y literato Blasco Bazán Vela dice que, en aquellas reuniones del Grupo Norte, Vallejo dio muestras de su inmensa inteligencia: ayudó a recitar los versos de su amigo Oscar Imaña, quien los había olvidado debido a los nervios. Lo sorprendente es que el vate universal solo los había escuchado unas horas antes.

Otra anécdota, también siguiendo a Bazán, sucedió cuando el poeta estudiaba Letras en la Universidad Libertad –hoy Universidad Nacional de Trujillo–, donde se encontró con un grupo de estudiantes de Química, quienes se encontraban con suma preocupación por un examen de una materia complicada. Entonces Vallejo los reunió y les enseñó, con mucha dedicación, y así todos aprobaron el examen.

Espacios comunes

En la capital de La Libertad, César Vallejo vivió en el segundo piso del antiguo hotel de Larco. Alquilaba un departamento junto a su hermano Néstor. Su balcón daba a la esquina que da a la intersección de los jirones San Martín y Mariscal de Orbegoso: hoy funciona un restaurante que lleva el nombre del poeta, entre otros negocios.

Otro lugar frecuentado por la Bohemia de Trujillo fue el Bar Americano, donde según el escritor Teodoro Rivero Ayllón, Vallejo le dedica unas palabras a Víctor Raúl Haya de la Torre, luego de una victoria en comicios estudiantiles en la Universidad de La Libertad.

“Yo poeta, brindo mi copa por este Pichón de Cóndor… Yo profeta, anuncio que volará alto, muy alto, y será grande, grande, grande”, consigna Rivero Ayllón en su libro Haya de la Torre y Vallejo, el cumplimiento de las profecías.

El refugió a los mejores intelectuales de Trujillo, hoy es una pollería, y entre sus paredes marchitadas por la grasa no existe ni una sola evidencia del Grupo Norte.

Bazán asegura que Vallejo no era un hombre triste, aunque sí sensible. “Vallejo era bohemio, le gustaba divertirse y compartir con los amigos. Además, era un romántico, sus poemas hacían suspirar a las mujeres más hermosas de la época. Ahí recordamos a Zoila Rosa Cuadra, a quien él llamaba ‘Mirto’, y por quien casi se suicida, tras sufrir una decepción”, subraya. Su opinión la comparte el poeta y cronista Eloy Jáuregui, quien se presentó recientemente en la Feria del Libro de Trujillo.

Momento difícil

Uno de los momentos más difíciles de Vallejo ocurrió en 1920, fue acusado por Pedro Lozada de incendiar la casa de los Santa María en Santiago de Chuco, a donde había ido a visitar a sus familiares. El poeta pasó 120 días en la cárcel trujillana. Aquella experiencia lo marcaría para el resto de su vida.

Otro momento triste que expresa el vate universal en una carta escrita a su amigo Pablo Abril de Vivero en 1924: (…) Esta carta te escribo desde el hospital Charité, sala Boyer, cama 22, donde acabo de ser operado de una hemorragia intestinal. He sufrido, mi querido amigo, veinte días horribles de dolores físicos y abatimientos espirituales increíbles. Hay, Pablo, en la vida, horas de una negrura negra y cerrada a todo consuelo. Hay horas, acaso mucho más siniestras y tremendas que la propia tumba.

Residencia trujillana

Entre 1913 y 1918 César Vallejo vivió en la capital de La Libertad, donde se relacionó con sus amigos del Grupo Norte. El primer año se matricula en Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Trujillo y trabajó como preceptor del Centro Escolar de Varones 241. Edita en esta ciudad sus primeros poemas que salen firmados como C.A.V.

En 1915, cursa la carrera de Letras y el primer año de Derecho. Pasa a enseñar en el Colegio Nacional de San Juan. Se gradúa de Letras con la tesis para el grado de bachiller “El romanticismo en la poesía castellana”. Deja sus estudios y vuelve en 1917 a Lima. (Fuente Andina)

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