Homenaje y entrevista a Miguel Company Bisbal en España

Chimbote en Línea.- Con ocasión de la reciente Fiesta de San Pedro y San Pablo, el consulado de Perú en Barcelona, ofreció un homenaje al sacerdote Miguel Company Bisbal, quien pasó más de dos década de su vida en Chimbote, acompañando la comunidad parroquial de San Pablo, promoviendo valores en la escuela pública del barrio El Carmen y motivando a muchos jóvenes con su contagiante pasión por el fútbol.

Compartimos a continuación una crónica del mencionado homenaje, escrita por el chimbotano Rolando Lucio, quien conoce al padre Miguel desde la época del terremoto de 1970. Ambos radican ahora en España.

LA LECCIÓN DE EL BUEN PASTOR

(Por: Rolando Lucio) Llegó con prontitud al auditorio del consulado peruano en Barcelona, sin prever lo que le esperaba; el auditorio aguardaba impaciente. Miguel Company, obsequió sonrisas, posó para quienes anhelaban eternizar el momento con oportunas instantáneas, en seguida se ubicó en la mesa de honor, y depositó su atención a las palabras del cónsul, así mismo en la apología que le brindó Elizabeth Marilú Rodriguez Acevedo, el presbítero, izó su humildad, enarbolando su singular llaneza.

Luego vino el diálogo con quien esto escribe, inicié la plática con una pregunta de libro, "¿Que queda de aquel niño que nació en Alcudia?", Company sonrió, como retornando al pretérito, "Realmente no lo sé", mostró su duda, "Nací en Alcudia, mi padre era pescador y trabajaba en Palma, cuando murió mi abuelo, a los cuatro años, mi familia se trasladó a Palma; ¿qué queda?, yo creo que no he cambiado mucho, he vivido mucho, pero no he cambiado mucho", afirmó su certeza.

Entonces recordé al sacerdote que al mismo tiempo ejerció de futbolista y comentarista deportivo, "¿El fútbol es una buena razón para ser feliz, como dijo Valdano?", fue mi interrogante.

"Todas las pequeñas cosas de la vida, ayudan a ser feliz, a mí el fútbol me ha ayudado a ser feliz, como muchas otras cosas, vale la pena, valorar, todo". La evocación fue más allá: "A los cuatro años, mi padre me llevó al estadio a ver un partido Mallorca-Valencia, allí se inició mi afición por el fútbol, siempre estaba en el campo de fútbol, la forma que teníamos de ingresar era con un adulto". "Como en Chimbote", le interrumpí, el público sonrió

Hice un cambio de tercio, "Desde muy temprano, fue al seminario", "Sí", fue su certidumbre. "Fui a los doce años, estudié durante doce años más uno de práctica", observé el crecimiento de su emoción. "Y cuando es ordenado sacerdote, viaja -en barco- a Chimbote", Company escarbó las reminiscencias.

"Yo me ordené un 21 de junio y un 21 de setiembre nos embarcamos, recuerdo que en noviembre de 1969, monseñor Carlos Burke, nos encargó formar una nueva parroquia, esa fue mi tarea, en una jurisdicción que comprendía, El Carmen, Pensacola y La Campiña colindante".

Le pregunté sobre el terremoto de 1970: "Fue duro, lo que pasa, que fue más duro, para aquellos que lo perdieron todo, tanto en el aspecto material, como la pérdida de seres queridos", el silencio nos hirió. "Allí -aunque se niegue a aceptarlo-, se erigió usted como el buen pastor", ataqué.

"Hicimos lo que pudimos, el Comando Conjunto encargó a las parroquias la distribución de los víveres, porque estábamos muy bien organizados, luego en la zona, hicimos una iglesia de madera, porque no se podía construir con material noble", levanta la cabeza y entonando los recuerdos.

"¿Qué tiene Perú, que atrae tanto?", fue mi siguiente pregunta. "Creo fundamentalmente que es la gente, el afecto que entrega; allí yo recibí, más de lo que di", otra vez izó la emoción.

"Ahora la comida peruana se ha mundializado", retruqué. "Así es, en Palma hay 3 restaurantes peruanos, así que cada semana, los visito a los tres", esbozó una sonrisa de consumado gourmet.

"Con ocasión del mundial del 78, usted hizo un comentario, y le llevaron a la radio, para entrevistarlo pero se quedó 16 años", Company sonríe con amplitud, "Lo recuerdo bien, fue Ortega Taboada", enfatizó.

"Desde entonces me quedé, desde el 78, hasta el 92, junto a Jorge Alberto Rodriguez Castillo, Kike Morales Pumarica, Juan Donaire Sihuas, fueron años muy felices, con un sinnúmero de anécdotas". Le provoqué: "Cuente la anécdota del árbitro Valderrama", el homenajeado soltó una carcajada.

"Era un partido del Gálvez, el central cometió un penal, yo comenté que el juez no había cobrado la falta grave, un señor, estibador que estaba en la tribuna se giró y gritó, padre, él necesita para construir su casa, supimos que se había vendido. Meses más tarde, fui a bendecir su casa", esta vez las carcajadas se alzaron por encima de los decibelios.

Expresó muchas cosas más, "Leo más de 50 páginas diarias", nos asombró; luego llegaron los presentes, del mayordomo general de San Pedrito de Chimbote - Barcelona, Alexander Joel Luna Victoria Quiñones y su esposa Rossana Muñoz, se sumaron a los ex futbolistas, Jaime Salas Zavala, Ernesto Eli Aguilar Balmaceda, diversos obsequios, cada cual más significativo. El pedagogo agradeció, con esa sencillez, con la misma naturalidad como dio luz al entendimiento de sus discípulos en el Politécnico, San Pedro y Micaela Bastidas.

Fueron las lecciones de El Buen Pastor.

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