México: Crimen organizado tiene atemorizados a sacerdotes en Michoacán

Chimbote en Línea (Cuestión de Fe).- Aún no daban las cinco de la mañana y un insistente golpeteo en la puerta principal lo despertó. De alguna forma, el sacerdote A. sabía que iban a ir a por él: hacía un poco más de dos horas que un intenso tiroteo, con ráfagas de cuerno de chivo, había roto el silencio de la madrugada de ese pueblo en el norte de Michoacán, estado mexicano colindante con otros también asolados por la violencia, como Jalisco o Guerrero.

Bajó y, al abrir la puerta, encontró a unos hombres que llevaban en sus manos armas de alto calibre. “Lleve sus cosas para que le dé los óleos a un cristiano”, le espetó uno, que parecía el jefe. El cura, sin más, tomó la maleta donde tiene todo lo necesario para estos casos y se retiró con ellos.

No es la primera vez que este religioso (el cual nos pide anonimato para relatar esta experiencia) u otros sacerdotes de la región son “llevados” por los sicarios para que atiendan a los caídos en los enfrentamientos que suelen darse en el estado por el control de territorios para el trasiego y comercio de droga. Y a los sacerdotes “no nos queda otra cosa que hacer el servicio, porque es parte del ministerio, pero también por el gran riesgo que implica negarse”.

Semanas atrás, el obispo de Apatzingán, Miguel Patiño Velázquez, hizo público un comunicado en el que formulaba una fuerte denuncia de la situación de violencia, vacío de autoridad y complicidad de distintos niveles de gobierno con el crimen organizado que padece el Estado de Michoacán, particularmente el Valle de Apatzingán.

“Estado fallido”, así es como calificó el pastor a la entidad, en contraparte al Estado de Derecho que debería imperar para favorecer la paz y el bienestar de sus habitantes. Al recalcar que Michoacán sufre por la ausencia de la ley y la justicia, Patiño lamenta que esto ha provocado un ambiente de “inseguridad, miedo, tristeza, ira, desconfianza, rivalidades, indiferencia, muerte y opresión. Cuando no hay justicia, tampoco hay paz, ni desarrollo, ni prosperidad, ni bienestar en la sociedad”.

Para el pastor local, lo más grave es la connivencia con las administraciones: “Los gobiernos municipales y la policía están sometidos o coludidos con los criminales y, cada vez más, crece el rumor de que el Gobierno estatal también está al servicio del crimen organizado, lo que provoca desesperanza y desilusión en la sociedad”.
(Fuente: http://www.vidanueva.es)

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