Chimbote en Línea (Cuestión de Fe).- Una de las personas a las que admira el Papa Francisco es Pedro Fabro, el primer sacerdote jesuita de la Historia.
En la entrevista con "Civiltà Cattolica”, el Papa explicó que lo considera un modelo.
"...su atento discernimiento interior, el ser un hombre de grandes y fuertes decisiones que hacía compatible con ser dulce, dulce...”.
El Padre Marc Lindeijer es el postulador de las causas de canonización jesuitas. Asegura que no es casualidad que el Papa destaque estas tres cualidades de Pedro Fabro.
P. MARC LINDEIJER
Vicepostulador, Causas de Canonización Jesuitas
"Creo que cuando el Papa usa estas palabras para describir a Pedro Fabro se las aplica a sí mismo. Lo que está sorprendiendo a todo el mundo es su ternura con las personas, su dulzura, sus abrazos a los discapacitados, sus besos a los enfermos, cómo trata a los niños...”.
Pedro Fabro nació en 1506 en Villaret, Francia. Compartió habitación con San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier cuando estudiaban en la Universidad de París. Junto a ellos, Fabro es uno de los cofundadores de la Compañía de Jesús. Es el primer sacerdote jesuita de la historia.
Se le suele representar rodeado de ángeles.
P. MARC LINDEIJER
Vicepostulador, Causas de Santidad Jesuitas
"Pedro Fabro murió a los 40 años. Pero en su corta vida fue capaz de hacer muchos viajes. Siempre iba a pie y durante el viaje hablaba con los santos y con los ángeles. Cada vez que llegaba a una ciudad, le gustaba invocar al ángel de la guarda o al santo patrón de esa ciudad”.
Nadie sabe dónde está enterrado su cuerpo. Fue enterrado en la iglesia del Gesù, en Roma, pero cuando se construyó el nuevo edificio, el cuerpo desapareció. Los documentos de su canonización también desaparecieron con la supresión de la Compañía de Jesús en 1773. Se encontraron 50 años después del restablecimiento de la Orden.
El Papa Francisco ha aprobado su canonización a través de la fórmula de "canonización equivalente” que se realiza cuando al beato se le venera desde hace mucho tiempo. Se trata de una forma de canonización extraordinaria. Se diferencia con la práctica habitual en que no se requiere un segundo milagro para que el beato pueda ser proclamado santo. (Fuente: Romereports)
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