Los papas Juan XXIII, Juan Pablo II y Francisco

Chimbote en Línea (Cuestión de Fe).- Una clave de interpretación histórica, comparativa y global, de la Iglesia  Católica, podría  ser la sucesión de tres papas: Juan XXIII, Juan Pablo II  y el papa actual Francisco.

La pronta canonización del papa Juan Pablo II la podemos valorar desde la perspectiva del papa anterior  Juan XXIII y del actual papa Francisco (sin olvidar los papas Paulo VI y Benedicto XVI).  El Papa Francisco ha tenido la sabiduría profética de proclamar la canonización de Juan XXIII junto con la de Juan Pablo II.

Los futuros dos papas que serán canonizados juntos revelan la complejidad, a veces contradictoria, de la historia de la Iglesia Católica  en  los últimos 50 años aproximadamente, desde la elección de Juan XXIII  en 1958 hasta la elección del papa Francisco en este año 2013. El proceso que culminó y determinó la canonización del papa Juan Pablo II fue impulsado por el papa anterior  Benedicto XVI. El papa Francisco proclama la canonización del papa anterior Juan XXIII y así se recupera y revitaliza la tradición del Concilio Vaticano II y su interpretación en América Latina en las Conferencias de Medellín y Puebla.
Juan XXIII  (1958 - 1963)
Juan XXIII  fue elegido papa el 28 de Octubre  de 1958. Por su edad se pensó que sería “un  papa de transición”, pero en pocos años hizo lo que no hicieron otros papas en el siglo XX: el 25 de enero de 1959 anunció la convocación de un concilio ecuménico. Era una ruptura con  400  de retroceso en la Iglesia, entre el final del  concilio Trento  (1545-1563) y el inicio del Concilio Vaticano II (1962), Juan XXIII buscó poner al día a la Iglesia, adecuar su mensaje a los tiempos modernos, superando errores y afrontando los nuevos problemas humanos, económicos y sociales.

Hubo expresiones suyas que marcaron el tiempo de su pontificado: “aggiornamento” “sacudir el polvo imperial que recubre la Iglesia”, “abrir las ventanas para que entre un aire fresco en la Iglesia”.

Juan XXIII entregó a la Iglesia universal dos encíclicas que marcarían el futuro de la Iglesia: “Mater et Magistra” (1961) y “Pacem  in terris” (1963).
Antes de su muerte, acaecida el 3 de junio de 1963, Juan XXIII inauguró el 11 de octubre de 1962 el Concilio Vaticano II. Urgió a los 2.400 obispos presentes a superar el pesimismo  y el integrismo, y trabajar  por un concilio eminentemente pastoral, de renovación y no condenatorio.

El Proemio de la  “Constitución Gaudium et Spes”, es el texto que  muy pronto concretizó  el espíritu que el papa Juan XXIII quería que fuera el  fundamento del Concilio: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y de su historia”.

Juan Pablo II  (1978 al 2005 )
Elegido Papa en 1978. Es el primer Papa no italiano en 456 años. Tuvo una presencia pastoral pública extraordinaria: 104 viajes fuera de Italia y 146 en Italia. En audiencias generales en el Vaticano acogió alrededor de 18 millones  de peregrinos. Tuvo encuentros con 738 jefes de Estado. Fortaleció la estructura jerárquica y espiritual de la Iglesia: creando 231 cardenales y canonizando 482 santos. Publicó 14 encíclicas. Fue un evangelizador universal, comunicador y políglota, fecundo en el apostolado de la palabra y en sus escritos.

En los tiempos de crisis que ha vivido el mundo, el papa Juan Pablo fue el pastor  espiritual que la humanidad buscaba y necesitaba. Encarnó  un símbolo sagrado de fe universal con la cual se identificaban millones de creyentes de todas las confesiones eclesiales, espirituales y religiosas.

Hay sin embargo dos grandes traumas que en este mismo tiempo han estremecido a la Iglesia católica universal, a su pueblo y a sus estructuras, especialmente en América y Europa. Estos son la pedofilia de clero y  obispos y los escándalos en el área económica y financiera. Muchos denuncian el silencio pontificio en estas tragedias prolongadas y desgarradoras. Se privilegió la defensa del prestigio de la Iglesia sobre el grito de las víctimas.

Ciertamente el papa  Juan Pablo II fue valiente y pidió perdón en nombre de toda la Iglesia y exigió tolerancia cero en estos asuntos. Los casos más significativos fue el escándalo del Padre Maciel en México, fundador de los “Legionarios de Cristo”, y del Padre Karadima en Chile, fundador del mayor centro de “espiritualidad” en la historia reciente de Sudamérica.

La Iglesia durante su pontificado, en algunas estructuras y definiciones teológicas, “caminó hacia atrás”, pero también surgieron movimientos espirituales, teológicos y eclesiales que impulsaron a la Iglesia “hacia delante”.

En todos estos procesos difíciles y contradictorios el papa Juan Pablo demostró su fuerza profética y espiritual para restaurar la esperanza en el futuro de la Iglesia.  Es ahí donde el papa construyo e  hizo visible su santidad que hoy la Iglesia universal reconoce en su proceso de canonización.

Los santos olvidados y  silenciados de América Latina y El Caribe

Solo cito algunos testimonio tomados del documento pontificio “Verbum Domini” del papa Benedicto XVI, publicado el 30 septiembre del 2010.  Ahí leemos sobre “Los santos y la interpretación de la Escritura” (números 48 y 49) donde son nombrados san Ignacio de Loyola, san Juan Bosco, san Juan María Vianney,  san Pío de Pietrelcina, san Josemaría Escrivá de Balaguer  (1902-1975, fundador del Opus Dei), la beata Teresa de Calcuta, y también los mártires del nazismo y el comunismo: santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), monja carmelita, y por el beato Luís Stepinac, cardenal arzobispo de Zagreb.

Es muy significativo que en este documento pontificio no se mencione al padre jesuita  Alberto Hurtado (1901-1952), luchador social que dedicó  su vida a los pobres, canonizado  el  23 de octubre del 2005 por el papa Benedicto XVI

Es inquietante también la ausencia en el documento Verbum Domini de todos los mártires y santos  latinoamericanos asesinados por las dictaduras militares: Mons Oscar A. Romero, asesinado en 1980, y  otros obispos mártires:  Mons. Juan Gerardi  (Guatemala 1998) y Mons.

Enrique Angelelli (el “mártir prohibido” en Argentina). Igualmente los mártires jesuitas de la Universidad Católica de San Salvador (1989) y los llamados “Testigos del Morral Sagrado”: que son esos cientos de Catequistas y Delegados de la Palabra, en su mayoría indígenas, asesinados como “subversivos” y “terroristas”, por las dictaduras militares de Centro América, inspirados no por el comunismo o el nazismo, sino por las ideologías de la “seguridad  nacional” y del “neo-liberalismo”.

Estos santos y santas ausentes y olvidados en los procesos de canonización nos  revelan que significa ser santo  en la Iglesia, especialmente en la “Iglesia de los Pobres”.
Finalmente es muy importante mencionar que el papa Francisco ya canonizó a dos santos latinoamericanos: a  Laura Montoya de Colombia y Maria Guadalupe Garcia Zavala de México. Ambas monjas que dedicaron su vida a los pobres.  (Por: Pablo Richard – Amerindiaenlared)
 

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