Comentar

La fiesta de la papa en las alturas de Áncash

Chimbote en Línea.- Mujeres y hombres mejoran técnicas de siembra para una mejor producción y conservan nuestro producto bandera a más de 3 mil metros de altura en el distrito de Pamparomás

Un caldo de carnero, palabras de aliento antes de iniciar la jornada y con recua en mano mujeres y hombres inician la cosecha de papa en el Centro Poblado de Pisha, distrito de Pamparomás en la región Áncash. Un grupo de 30 comuneros se reparte los surcos y rápidamente avanza hasta llegar a la cima de la parcela que ha servido como centro de experimentación de la siembra y cosecha de la papa en la variedad Amarilis.

El trabajo comunal se desarrolla a 3.460 metros de altura sobre el nivel del mar y el aire helado, que se siente en en la sierra peruana, contrasta con el sudor de las y los productores que siguen cosechando y apilando los sacos del tubérculo que es motivo de orgullo nacional.

"Los compañeros de la Comunidad Campesina Santa Rosa de Quicacayán nos hemos organizado para hacer un trabajo más rápido y luego veremos qué tan buena ha sido nuestra producción", resalta Filomeno Milla Rodríguez. De pronto el trabajo se detiene debido a que una de las mujeres encontró una papa del tamaño de sus dos manos. Minutos después alguien más encuentra otra papa grande y así sucesivamente. La felicitación es para todos.

Mientras los comuneros continúan escarbando la tierra buscando papas, a un costado otro grupo prepara el hoyo con una pirca de piedras bien caliente que servirá para preparar la pachamanca con diferentes carnes. Los niños juegan alrededor del fogón, corren, gritan y también se dan tiempo para raastrojear el suelo y encontrar el alimento que más se sirve en sus mesas.

La hora avanza y la cosecha de papa también. Entre el manto verde de la sierra peruana y el ir y venir de los agricultores se distingue claramente a las mujeres quienes visten sus mejores galas para lo que es una verdadera fiesta: la cosecha de papa. Ellas no hablan mucho y solo algunas tienen como segunda lengua al castellano, sin embargo, tienen la misma habilidad y rapidez que los hombres para trabajar la tierra. "Toda nuestra vida hemos aprendido a trabajar en la chacra. Seguimos la costumbre de nuestros antepasados y luego la papa que cosechamos la vendemos para ganar algo de dinero", cuenta Jhuly Neponoseno Valerio, de 19 años y, quien junto a su hermana Valentina, llegó en representación de su padre.

Las miles de papas han sido tiradas a un rincón para el proceso de selección: papas pequeñas, medianas y grandes. La idea es tener un buen producto en tamaño y forma para venderlo a un mejor precio. "La parcela demostrativa la iniciamos hace cuatro meses y enseñamos cómo se debe cultivar la papa: distancia entre surcos, distancia entre plantas y aporque (cantidad de tierra sobre la planta). También usar semilla certificada. Nuestra idea es demostrar qué resultados se tienen en la forma de trabajar de los productores y la forma de cómo nosotros enseñamos", explica el jefe de operaciones Zona-Sierra del Servicio para el Desarrollo Integral Rural (Sedir) Liberato Torre Albino.

Los  resultados de la cosecha fueron buenos: más de 2.5 toneladas de papa mejorada Amarilis con el uso de 150 kilos de semilla certificada. El experimento ha permitido incrementar en 40 % la producción de la papa. Durante 2021 SEDIR ha trabajado en 42 parcelas demostrativas con la finalidad de que mujeres y hombres del campo mejoren su producción.