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El humilde es generoso

Chimbote en Línea.- (Por Fray Héctor Herrera o.p.).- Dios nos habla a través de las personas: “En todo lo que hagas actúa con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Cuánto más importante seas, más humilde debes ser y alcanzarás el favor de Dios” (Eclo 3,17-18).

Lc. 14, 1.7-14: Jesús es invitado a comer a casa de un fariseo importante, mientras los otros lo espiaban. Observa, como los invitados ocupaban los primeros puestos. Nos da una enseñanza práctica. La soberbia y la arrogancia no nos permite un contacto más humano y cálido con las personas. Vivimos en una sociedad “etiquetada”, de figuretismo. Creemos que los demás, deben rendirnos honores, por el cargo o la autoridad y nos basamos en una jerarquía rigurosa. Jesús acaba con todo esto. Nos invita a ser más sencillos y prudentes. “Cuando te inviten a la boda, a una fiesta, a una actividad cultural, social y religiosa no busques ocupar el primer lugar, sino siéntate en el último, para que cuando venga el que te invitó te coloque más arriba” (v.10).

El banquete es la comida que Dios ofrece a su pueblo. El lugar del seguidor de Jesús es por libre elección. La humildad es el signo de una vida cristiana fuerte, vivir en armonía, no buscar las grandezas humanas (cf Rom 12,16)

La segunda enseñanza de esta parábola es: “cuando des una comida, no invites a tus amigos o parientes que te invitarán y quedarán pagados. Invita a pobres, mancos, cojos y ciegos” (v. 12-13). Los primeros te retribuirán y quedarán pagados. Los segundos no tendrán como retribuirte.

Jesús, comió con los excluidos. Su vida, es un misterio de humildad. Se hizo pobre y se humilló hasta la muerte de cruz (Filp 2,6). Nos señala el camino de la humildad, sirviendo con compasión, ternura, solidaridad y atención a los más pequeños. Nos enseña que nuestro Padre Dios, llama a todos al banquete del reino: pueblos originarios, cuya Amazonía es quemada, ante la indiferencia de los arrogantes y soberbios, de los que maltratan a los pobres, despojándolos de la tierra y el aire por la contaminación.

Jesús abre un camino de esperanza con los humildes de la tierra, buscar la verdad que nos libera de toda esclavitud. Nos descubre el amor y la caricia de Dios, en cada ser humano, llamado a madurar en la humildad para descubrir la santidad de Dios y la grandeza de los demás. Estamos llamados a tender puentes de reconciliación, justicia y paz, porque solo somos siervos inútiles (Lc 17,10)

Rosa de Lima, es un ejemplo de humildad, solidaridad, compasión y ternura hacia los pobres indígenas, negros, esclavos, mestizos y blancos pobres. Trabajaba con sus manos para alimentarlos, curaba a los enfermos, porque veía en los pobres al mismo Cristo sufriente. Sólo los humildes saben buscar la verdad y dar vida con alegría. Su caridad, nacía de su humildad como servidora del Señor.

Jesús nos enseña dos cosas: 1. no buscar los primeros puestos para figurar, ser “bien vistos”, sino tener la sabiduría de ser humildes. 2. invitar y dar con generosidad a los que no pueden retribuirte, a los excluidos de hoy, por su situación social, enseñándoles y ayudándoles a ser personas libres y conscientes, que Dios los acoge con esa ternura y misericordia. (Fr. Héctor Herrera, o.p.)