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Fuente de esperanza

Chimbote en Línea.- (Periodismo Escolar) De toda la producción literaria de José María Arguedas, la que motiva mayor interés, por ser un ejemplo de vivencias reales, es “El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo”, una novela que no solo narra la situación de discriminación que se vivía en Chimbote. Del mismo modo, el autor presenta la evidencia de su búsqueda: Dios, quien le permitió lograr la fuerza espiritual para continuar con la inspiración que necesitaba dar a conocer al mundo.

“El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo”, desarrolla la historia en la década del boom de la pesca de anchoveta en Chimbote, la población fue testigo de un cambio, siendo los más afectados los migrantes, gente que bajaba de la sierra de Ancash en búsqueda de trabajo y así llegaban al puerto norteño que no se encontraba preparado para este encuentro.

La novela, se basa en las situaciones que vivió la comunidad indígena en una tierra desconocida. Arguedas hace saber que la discriminación e injusticia eran los principales problemas que se observaba en ese momento. Además, del sentimiento de deslealtad que sentían entre paisanos por no conservar su cultura, por dejar de realizar sus costumbres y cambiar su lengua materna, adaptándose a la realidad que vivían en ese momento, esta forma de expresar el lenguaje andino es lo que fomenta y agrada la lectura de esta novela, es la manera del autor, quien creó su propio estilo literario (lengua castellanizada, mezclada con expresiones y palabras quechuas).

Pero, no todo se trataba de mostrar las dificultades, pues en esta obra, revela su reencuentro con Dios, su nueva fuente de esperanza y las buenas experiencias vividas en Chimbote, en compañía del padre Enrique.

En efecto, Arguedas en Chimbote, no solo tuvo la oportunidad de recoger información para su novela, sino también de conocer amigos que le mostraron a un Dios distinto al que él conocía y ellos terminaron como personajes de “El Zorro de Arriba y el Zorro de Abajo”.

Así, uno de los personajes principales en la vida espiritual y en la novela de Arguedas fue el sacerdote Angelo Enrique Camacho, quien nació en Somerville (Boston) y trabajó como misionero en Chimbote desde el año 1965 hasta 1995, año en el que regresó a Estados Unidos.

Él en su publicación “Misión en Chimbote y mi encuentro con Arguedas”, publicada en conmemoración del Centenario del nacimiento de José María Arguedas,  (1911 – 2011), manifiesta que en una carta, José María le decía que le gustaría fuese uno de los personajes de su novela y además le preguntó si estaría de acuerdo con llamarse “Cardozo”. Afirma además, que se sintió halagado y curioso por ser el primer cura que aparece en forma positiva en una de las novelas de Arguedas.

El padre Enrique Camacho, recuerda que le preguntó a Arguedas cómo era su fe en Dios y éste le respondió “…soy ateo del cuello hacia arriba”, por esta respuesta, afirma con mucha razón que, quizá Arguedas tenía una idea muy equivocada de lo que es ser cristiano, católico, iglesia y de lo que son los curas.

Este era el pensamiento de Arguedas, antes de conocer al padre Enrique, el personaje “Cardozo” en la novela, quien lo ayudó a encontrar el camino y conectarse con Dios, a través de algunos textos que le ofreció para aclarar sus dudas.

Es evidente que estaba interesado en conocer a un Dios distinto y lo encontró en el poco tiempo que vivió en Chimbote. Para el padre Enrique  “Arguedas buscaba libertad, paz, comprensión, explicación del porqué de esta vida. Mostraba algo que en su propia alma andina anhelaba que fuera paz de Dios, y que le parecía tan lejos de él, pero que en la realidad estaba en el fondo de su alma esperándolo”. 

¿Por qué en esta última novela de Arguedas no se ataca a la iglesia? La respuesta puede ser que en Chimbote encontró a sacerdotes muy diferentes de aquellos que en alguna etapa de su vida conoció.

Tal vez al ubicar en el párrafo final de la Segunda Parte de la novela, en donde Arguedas cita la Epístola de San Pablo a los Corintios (I Corintios 13, 1-13), uno de los textos que el sacerdote Enrique Camacho le entregó, permita conocer cuál fue la ayuda que recibió: “Si yo hablo en lenguas de hombres y ángeles, pero no tengo amor, no soy nada más que un tambor que resuena o un platillo que hace ruido. Si doy mensajes recibidos de Dios, y no conozco todas las cosas secretas, y tengo toda clase de conocimientos, y tengo toda la fe necesaria para quitar cerros de su lugar, pero no tengo amor no soy nada…Ahora solo conozco en parte, pero voy a conocer completamente, como Dios me conoce a mí. Así pues, la fe, la esperanza y el amor duran para siempre; pero el mayor de estos tres es el amor…” Es una muestra de lo que en cierta ocasión Arguedas dijo a Enrique Camacho “no puedo rechazar a un Dios así”.

Es evidente que esta novela sorprende por presentarla veracidad de los hechos mencionados, es importante destacar que conocer las acciones de las personas quienes fueron invitados a ser personajes de la obra, crea en el lector un interés distinto. La literatura que muestra la realidad regional, contribuye a una reflexión de lo que se puede hacer para lograr cambios. La esperanza de Arguedas se lee textualmente en la expresión final de “Cardozo”.  Es necesario un cambio en el corazón de los hombres.

Estudiante        : Alvarado Estraver Sol Camila

Grado               : 4° “A”

I.E.                   : “R.F.S. de Yugoslavia”

Asesora           : Carmen Gonzales Martínez