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"Martirio de beatos Miguel, Zbigniew y Sandro es una interpelación a nuestra fe": Mons. Simón Piorno

Chimbote en Línea.- (Por: Mons. Ángel Francisco Simón Piorno - Obispo de la Diócesis de Chimbote) Este vigésimo quinto aniversario ha de constituir para todos una severa llamada de atención, una fuerte interpelación a nuestra fe.

Hace 25 años la Diócesis de Chimbote sufría el despiadado ataque de Sendero Luminoso. Tres de sus sacerdotes fueron asesinados por odio a la fe y por el trabajo que realizaban a favor de los pobres y excluidos.

Veinticinco años después, estas muertes que enlutaron a nuestra jurisdicción, han sido reconocidas como Martirio. La Iglesia del Perú cuenta en su santoral con tres nuevos beatos Miguel, Zbigniew y Sandro desde el 5 de diciembre de 2015. Por este motivo, el 25 de agosto de este mismo año, comenzaremos a celebrar su martirio, no solo en Chimbote, sino también a nivel de Iglesia Universal.

Si nos refugiamos en el individualismo egoísta y nos rodeamos de comodidad y confort, cuando nos dejamos invadir por la indiferencia, es casi imposible entender la entrega de la propia vida a favor de los demás.

Este vigésimo quinto aniversario ha de constituir para todos una severa llamada de atención, una fuerte interpelación a nuestra fe. Nuestra tierra ha sido regada con sangre de mártires. No podemos permitirnos el lujo, ni de la irresponsabilidad, ni de la frivolidad.

Delante de nuestros ojos emerge la figura de tres sacerdotes que al igual que Cristo, clavado en la cruz, murieron por su plena identificación con Él.

El martirio es un carisma, un regalo del Espíritu a la Iglesia. Todos estamos llamados a gastar día a día nuestra existencia en el surco de la vida. A unos pocos, Dios le pide la entrega de forma cruenta y violenta, en el aquí y en el ahora. Morir con dignidad y con fortaleza en una situación extrema, es una prueba que la fuerza de Dios, resplandece en la debilidad. Nuestros sacerdotes murieron sin proferir insultos, perdonando a sus asesinos, como lo hizo Jesús. Él había dicho que el grano de trigo tiene que morir si quiere fructificar y que un buen pastor da la vida por las ovejas.

La Iglesia Diocesana a la distancia, contempla con gratitud a sus mártires que recorrieron el camino del Gólgota, cargando con la cruz hasta morir clavados en ella.
La beatificación es un regalo de Dios, que nos compromete a una fidelidad sin fisuras y de una manera muy especial a los sacerdotes que todos los días en la celebración eucarística, impersonando a Cristo, repetimos sus mismas palabras: "Este es mi cuerpo entregado, esta es mi sangre derramada".

(Publicado en Mar Adentro, agosto 2016)