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Nombres de los mártires de Chimbote en el Ojo que Llora

Chimbote en Línea.- El pasado 9 de marzo, se realizó la ceremonia de colocación de nombres de los mártires de la Diócesis de Chimbote: Zbigniew Stralkowski, Miguel Tomaszek y Alessandro Dordi, en el monumento El Ojo de Llora.  Además se colocaron los nombres de las religiosas Augustina Rivas e Irene McCormack, y de los sacerdotes Teodoro Santos Mejía, Víctor Acuña Cárdenas, y Reinaldo Sáenz. Todos ellos asesinados por Sendero Luminoso durante el período de violencia política que sufrió nuestro país. (1980-2000).

A este acto celebrativo estuvo presente el Obispo Emérito de la Diócesis de Chimbote, Luis Bambarén, embajadores y otros miembros del cuerpo diplomático de los países de los que vinieron los misioneros.  Además representantes de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales y de otras congregaciones religiosas que integran la CONFER-Perú; entidad organizadora de la actividad junto a la Asociación Pro Derechos Humanos APRODEH.

La decisión del Santo Padre Francisco, para beatificar a nuestros hermanos, padres Zbigniew Strzałkowski y Miguel Tomaszek junto con el padre Alessandro Dordi, igual como la necesidad netamente práctica para renovar las piedras conmemorativas con los nombres y apellidos de algunos misioneros extranjeros, hermanas religiosas y sacerdotes peruanos se convirtieron en motivo suficiente para convocar a toda esa gente que se preocupa por la paz y la reconciliación.

El memorial «El Ojo que Llora», es una escultura de la artista holandesa, Lika Mutal. Su objetivo principal, es la conmemoración colectiva de todos los peruanos, que fueron víctimas de la violencia, y su mensaje consiste en promover la paz y la reconciliación en el país tan marcado por el estigma del terrorismo.

La misma forma de esta escultura de piedra, ha de simbolizar a la Pachamama (Madre Tierra) de la que sale el agua como si fuera un charco de lágrimas. A su alrededor hay once círculos, una especie de laberinto de piedra, que contienen justamente 32.000 piedras, con los nombres tallados en las mismas indicando a la vez la edad y el año de la muerte de las víctimas.

Este lugar, especialmente para las familias de aquellos que desaparecieron sin dejar rastro, reemplazó al cementerio, porque reúne a los familiares de las mencionadas víctimas en las fechas de sus cumpleaños o en la memoria de los fieles difuntos. Además, se ha convertido en un punto fijo de visitas para celebridades extranjeras y todos los comprometidos con la defensa de los Derechos Humanos. (Con datos de www.beatificaciónchimbote.org)