Comentar

Año Pastoral Diocesana del 2015: llamados a trabajar por la familia y las vocaciones

Chimbote en Línea (Por: Mons. Ángel Francisco Simón Piorno)  La Asamblea Pastoral Diocesana del 2015 tuvo como eje los temas de la familia y la vida consagrada, con una preocupación sentida por la ausencia de vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. Al respecto, me atrevo a sugerir algunos puntos que nos pudieran ayudar en esta urgente tarea, siguiendo a la Pontificia Comisión para América Latina.

- La crisis de respuesta en las vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada es, sobretodo, una crisis de fe. Y esa fe se siembra y se alimenta en el seno de la vida familiar.

- Es imprescindible fortalecer una evangelización que fructifique en obras concretas de caridad al prójimo y contar con el testimonio de sacerdotes que vivan con generosidad y alegría su consagración en el servicio a Dios y a los hombres.

- En el cultivo y el florecimiento de las vocaciones a la vida de total consagración corresponde a las familias una misión insustituible: hacer de los hogares verdaderas iglesias domésticas por la participación frecuente en la celebración eucarística, en particular la misa dominical, la escucha de la Palabra de Dios y la práctica de la caridad cristiana.

- Es muy conveniente encontrar maneras efectivas para instruir a los padres en el significado y la recta comprensión de la vocación de sus hijos, pues la aguda carencia en este campo es una de las causas de la falta de respuesta adecuada.

- El Señor nos enseñó a reconocer que la vocación al trabajo evangelizador es un don que hay que pedir con insistencia: “Rueguen al Dueño de las mies que envié operarios a su mies”. La oración por las vocaciones debería estar presente siempre en el ambiente familiar, en la parroquia y en los movimientos apostólicos.

- En las parroquias, las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada encontrarán un valioso apoyo si se organizan entre los fieles comités o grupos orientados a la promoción vocacional y a la práctica de actos eucarísticos de adoración, en favor del surgimiento y perseverancia de las vocaciones.
- Los fieles laicos que pertenecen a movimientos, asociaciones y grupos de comunidades parroquiales, cuando viven la vocación conyugal de manera comprometida y generosa, se convierten en semilleros de vocaciones, porque formando cristianamente a sus hijos, los ayudan a madurar en una intensa vida espiritual que dispone al seguimiento cercano y decidido del Señor Jesús.

No dudo que en este proyecto diocesano contaremos con la ayuda permanente de la Sagrada Familia de Nazaret, cuya fiesta hemos celebrado recientemente. (Publicado en Mar Adentro, febrero 2015)