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El que cree tendrá vida

Chimbote en Línea (Por: fray Héctor Herrera OP) A través de toda la historia, Dios rico en misericordia nunca nos abandona, pese a nuestra terquedad, ingratitud y desobediencia. Nos ama tanto que nos entregó a su mismo hijo Jesús, para que en Él tengamos vida y vida en abundancia (Jn 10,10).

El evangelio de Jn 3,13-17 nos habla de este amor de Dios por nosotros. “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en él no muera, sino tenga la vida eterna (v. 16). Creer, aceptarlo, identificarnos plenamente con Cristo, nos da una vida nueva. Él nos trasmite la alegría de vivir con confianza y libertad de hacer nuevas todas las cosas.

Buscar que la vida humana se respete, se defienda, porque todo ser humano más allá de sus creencias, origen, raza es un hijo, a de Dios. Por eso su salvación es universal, se dirige a todos sin exclusión “envió su Hijo para que el mundo se salve por medio de él” (v. 17)

Jesús es la luz (Jn 8,12) que ilumina nuestras vidas, para reflexionar y actuar no sólo en nuestra vida personal, sino influir en el cambio de la sociedad, a través del testimonio de vida. El camino del cristiano no está exento de dificultades, como los cristianos perseguidos en Irak, al respecto la Unión Internacional de los ulemas Musulmanes, liderado por el predicador Youssef al-Qaradawi de Qatar, en la reunión que se celebró 27 de agosto, juzgó que las acciones del Estado Islámico en Irak y Siria violaron la ley islámica: "La matanza de personas inocentes, musulmanes o no musulmanes, por algunos grupos como las milicias del Estado Islámico (EI)  con el pretexto de motivaciones confesionales repugnantes es un delito y viola la sharía".

En Francia, la Organización de la Cooperación Islámica, principal portavoz del mundo musulmán en sus 57 estados miembros, que durante la avanzada de las milicias del Estado Islámico a finales de julio, ha condenado “las acciones terroristas y las amenazas proferidas por DAECH, (sigla árabe del Estado islámico) contra ciudadanos cristianos inocentes en Mosul y Nínive, que tuvieron que abandonar sus casas”. Se trata de “un crimen que no puede ser tolerado” y que “no tiene nada que ver con el islam y sus principios que proponen la justicia, la caridad, la equidad, la tolerancia y la coexistencia”.

El don de la vida es el gesto más profundo que nos da Jesús, como nos recuerda Pablo: “Cristo no hizo alarde de ser igual a Dios, sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló, se hizo obediente hasta la muerte y una muerte en cruz”(Filp 2,6-8)

“El cristiano corre la misma suerte del Señor, incluso hasta la cruz: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga”(Mc 8,34) (D.A. 140)

¡Cuántos creyentes viven en el día a día la cruz de Jesucristo! ¡Cuántos niños, as, jóvenes indígenas, en los barrios, en las calles, mujeres y varones son crucificados por las crueles injusticias de la trata de personas, o que mueren antes de tiempo en los lavaderos de oro, o son víctimas de las guerras y la violencia cotidiana! La cruz es la fuerza de Dios, signo de libertad y de resurrección para confundir a los poderes de este mundo. “dispuso Dios salvar a los creyentes por la locura de la cruz” (1 Cor. 1,21).

EXALTACIÓN DE LA CRUZ. D. 14.9.2104.